Ahora que empiezas a masticar el susto. Ahora que intentas que no se note al otro lado del teléfono que, por primera vez, tienes miedo. Ahora he recordado aquel día, aquellos días, cuando estabas mientras otros huían. Ahora que un médico te acaba de decir que ese bulto es algo más, ahora he recordado la cantidad de veces que has estado a la altura. No me ha hecho falta rebuscar mucho en la memoria compartida de estos años para encontrar esos momentos en los que ensanchabas el concepto de amistad y lo moldeabas según las necesidades de los que te rodeábamos.

HAS ESTADO en las malas y en las regulares. Estabas cuando otros se ponían de perfil por cobardía. Estabas cuando otros se quitaban de en medio por comodidad. Estabas. Diste la cara. No pensaste en las consecuencias. No te mordiste la lengua. Estabas para escuchar a los tuyos y para mandar callar a los de arriba mostrándoles sus errores.

Pero, como buen amigo, has estado también en las buenas. Y en las muy buenas. Sonreíste antes de conocer el titular completo de la felicidad de los otros. Celebraste las pequeñas victorias y las jaleaste como propias. A cada paso profesional o personal siempre aparecía un mensaje de aliento. Y qué decir de tu lealtad. Es tu mejor bandera. Es el lenguaje de la patria en la que no todos habitan. Es lo que te define. Es el freno y es el acelerador. Has sabido hacer las pausas y has sabido aparecer cuando se te esperaba. Siempre ahí, incluso cuando algunos no lo notaban. He tirado de inventario y ahora lo pongo por escrito. Sé que no has querido contar demasiado porque está todo controlado. Sé que a todos los que nos has dado algún detalle ha sido muy por encima. Los que te conocemos sabemos que lo has hecho por pudor y para no preocupar a nadie.

CUENTAS que la batalla acaba de empezar y que no es para tanto. Entre frase y frase cuelas una broma. Una broma de las tuyas. Te ríes como siempre. No fuerzas hacia arriba ni hacia abajo. Y hablas de ahora. Ayer ya no cuenta. Y el mañana tiene más sabor que nunca. Te has puesto a hacer planes. Decenas, cientos, miles. Vas a seguir haciendo lo de toda la vida, pero ahora lo vas a vivir y a sentir de otra manera. El susto, porque aún solo es eso, te obliga.

Te imagino sentado en el sillón. Nada ha cambiado, pero todo es diferente. Estás mirando con disimulo a tu hijo. Sujetas el pensamiento y le sonríes cuando se gira hacia ti. Este nuevo ahora se te hace corto, pero te sabe a gloria. Ahora es hoy. Cierto. Pero también será mañana, amigo. Nos quedan muchas batallas. Y esta es solo una más. Solo una.

Periodista