En el mundillo editorial, como en el literario, el éxito suele ser relativamente efímero, y la supervivencia milagro.

Por eso, el hecho de que una revista dinámica y cultural, divertida, informativa, lúdica, como Akí Zaragoza , haya alcanzado su mayoría de edad, cumplido sus dieciocho primeros años, debe saludarse con calor, emotivamente.

A lo largo de todo ese tiempo, de los locos ochenta de las movidas mil, de los más sensatos noventa, Fran§ois Crone y sus redactores han cubierto un innumerable abanico de actos festivos, musicales, culturales.

Han entrevistado a los personajes de mayor relieve que transcurrieron por la ciudad; han elaborado reportajes, informes, ediciones extraordinarias y especiales; lo han fotografiado todo, de día y de noche, y también a todos, de día o de noche, en su puesto de trabajo o en el trabajo, asimismo teso, de darse marchilla por los bares nocturnos. Akí siempre ha estado allí donde se olía noticia, donde podía saltar la liebre, o un gato pardo. En la onda.

Para conmemorar su primera mayoría de edad, la revista ha editado un fastuoso catálogo con cerca de cuatro mil fotografías de la movida zaragozana.

Por ahí, por akí , en formato de negativo, pero a todo color, pulula la fauna del bisnis, de la noche, de la escena.

Un ejército de colegas en sus múltiples facetas, con copas, sin copas, con corbata, sin. Un testimonio insólito de nuestras edades perdidas, allá en la frontera cimarrona de nuestra juventud, cuando sólo buscábamos el destello de otros ojos en la noche, el calor de una mano, la sombra de una caricia, un corazón, una revelación, un beso. Tiempos gloriosos, próximos y lejanos a la vez, y no del todo perdidos, que ahora, gracias al ojo gráfico de Akí , retornan con su cargamento de sensaciones, conversaciones, episodios, locuras, anécdotas, conocimientos, mixtificaciones, oratorios de café, comuniones profanas. Una poesía de nuestra edad servida en cuché con pluma literata y vivida en garitos que ya pertenecen a la memoria colectiva, templos de neón, chiringuitos de tablas, antros oscuros, interminables, con olor a cerveza agria, tan poco iluminados como nuestras almas.

Si alguien quiere un día reconstruir aquellos pedazos de vida tendrá que acudir a esas páginas brillantes, a veces ingenuas, otras malévolas. Deberá verse a sí mismo años atrás, con su sonrisa ancha, la lluvia en el pelo, no importaba nada, nada. Pero allí, akí , estaba, está, casi todo: todos los sueños, todas las historias de amor, la amistad, el tiempo.

Además del catálogo de sus 18 años (1986-2004), la revista ha organizado una serie de exposiciones ambulantes a base de paneles fotográficos y otros testimonios. Mañana, martes, al caer la noche, su equipo celebra una subasta de obras de arte (Orús, Abraín, Barrios, De Pedro y un largo etcétera de excelentes artistas) en la sede autonómica de los antiguos Maristas.

La recaudación irá íntegra a las buenas causas de Médicos Sin Fronteras. Una buena causa.

Como la de Akí .

Felicidades.

*Escritor y periodista