La guerra civil española vuelve a situarse en el epicentro del debate político, derivada hoy y ahora su actualidad de la exhumación de los restos de Franco. O de su momia, más exactamente, como ha precisado su nieto Francis, poco dispuesto a colaborar con el Gobierno en la retirada del féretro de su abuelo y en la reconversión del Valle de los Caídos en ese Museo de la Memoria Histórica por el que apuestan Podemos y PSOE, y menos, y con el nombre cambiado (Museo de las Concordia) el PP de Pablo Casado.

Todos estos anacronismos vienen paradójicamente a tensionar el presente con un revisionismo tardío, menos nostálgico que contundente en sus reivindicaciones ideológicas y particulares.

Ideológicas porque, a juicio de los partidos de izquierdas, los españoles están olvidando que Franco fue un dictador, y su régimen una vergüenza, para, de alguna forma, disculparlo al paso del olvido y establecer su período autoritario como un paréntesis de paz.

Particulares porque la búsqueda de los familiares desaparecidos, asesinados, rematados en cunetas, sepultados en fosas comunes, ejecutados con el tiro de gracia en las tapias de los cementerios, iglesias o cárceles llena las páginas de los periódicos con investigaciones históricas y cruzadas familiares... concentrando, reducirndo el mecanismo de la memoria histórica a la triste celebración de funerales tardíos.

Otros esfuerzos, sin embargo, me parecen dignos de todo elogio, por lo que de recuperación de la memoria histórica y de la convivencia o concordia suponen.

Me refiero al libro de Fermín Ezpeleta titulado Alejandro Gargallo: La palabra encendida de un maestro republicano (Centro de Estudios del Jiloca). Sus páginas reconstruyen el día a día, la ideología, el compromiso, los métodos de estudio, los artículos, la manera de entender la España de los años treinta y cuarenta por parte de un maestro republicano nacido en Villalengua, Calatayud, y fallecido en Calamocha.

El estudio de la época y las aportaciones documentales recopiladas por el autor prestan al lector un apoyo sólido para entender cómo era la vida de los intelectuales republicanos alejados de las grandes ciudades, pero no de las grandes ideas ni luchas... Por este camino, el de la investigación, el del relato objetivo, debería caminar, ya que no lo hizo la historia, la memoria...