El tono sereno de Pedro Sánchez en sus comparecencias no oculta el apocalíptico fondo de sus mensajes a la nación. La crisis, nos anuncia el presidente, es y será total. Durará meses, años, incluso décadas. Cambiará, (a peor, se supone), nuestro modelo social, económico, productivo, comercial y cultural. Para combatir la plaga todos deberemos ser responsables, disciplinados, obedientes a las órdenes del Gobierno, pero ni aun cerrando puertas, vidas, tiendas, volveremos a ser como antes. Tardaremos mucho en recuperarnos.

Un subidón, vaya...

Tampoco el portavoz del ramo, Salvador Illa, cuota del PSC y hombre de Miquel Iceta, a quien han hecho ministro sin haber visto una bata blanca ni distinguir el Ibuprofeno del Paracetamol, es la alegría de la huerta. Su discurso de poli malo (¿quién será el bueno?) no contribuye precisamente a levantar los ánimos del acogotado país. Tampoco la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha impartido otras novedades que pésimos augurios y dramáticos pronósticos para el empleo en turismo, cultura y sectores relacionados con la movilidad.

Para insinuar buenas noticias, o deseos, mejor dicho, está la ministra portavoz, María Jesús Montero. Quien, a diferencia de Illa, es médico, por lo que sabe de qué habla; y siendo, además, de Sevilla, nada menos que nacida en Triana, más próxima. Sonriente y simpática, alegre comunicadora, con una limpia y confiada sonrisa y gracejo andaluz viene esforzándose por quitar hierro a la situación, abriendo horizontes a la esperanza y caminando como alegre pastora por verdes campos menos frecuentados por los zorros de Moncloa o los lobos de Vox.

Exagera, como cabal andaluza, y por eso otros miembros del Gobierno, empezando por el propio Illa, el Gruñón de nuestra Blancanieves, salen a corregir o enmendar sus «opiniones». La oficial está más cerca de Ábalos cuando aconseja «ir preveyendo» día a día (sic) la cambiante situación…

Enfrente, el PP ha encontrado en Pablo Casado y en Cayetana Álvarez de Toledo un tándem de ninis: ni análisis, ni Apocalipsis, ni humor, ni solución alguna… Y, para colmo, no son de Triana.