No por menos esperada fue menos emocionante. La amenaza del trasvase había desaparecido de manera oficial. Casi cuesta hacerse a la idea. Ahora, por fin, el futuro está expedito, para que seamos los propios aragoneses los que marquemos nuestro desarrollo. En estos primeros días de la era post trasvase , quisiera hacer dos reflexiones. La primera es que no tenemos que caer en la creencia de que hemos librado una batalla en la que ha habido vencedores y vencidos. Simplemente se ha hecho justicia, y el tiempo ha dado la razón a Aragón porque teníamos los argumentos más estudiados, serios y coherentes. Pero ahora es cuando más tenemos que demostrar la solidaridad histórica de esta tierra.

La segunda reflexión es que todavía nos queda mucho por hacer en Aragón en materia de agua. El esfuerzo por recomponer el más amplio consenso posible sobre las obras hidráulicas tenemos que asumirlo como una obligación de todos. Todas las partes han mostrado recientemente un buen talante para, al menos, intentar ese acuerdo sobre los proyectos que suscitan posiciones enfrentadas.

ALLI ESTA el impulso que ha dado el Instituto Aragonés del Agua a la Comisión del Agua, órgano de participación en el que todas, absolutamente todas las voces están representadas. La creación de una Permanente dentro de la Comisión del Agua, así como de cuatro ponencias para abordar monográficamente otras tantas cuestiones primordiales (obras hidráulicas, plan de infraestructuras, bases de la política del agua y calidad del agua) invitan al optimismo, así como la nueva Iniciativa Social de Mediación, auspiciada por el Gobierno aragonés y la Fundación Ecología y Desarrollo.

Pero la búsqueda del acuerdo debe abordarse con mucho tacto, discreción y responsabilidad por parte de todos. Estamos moldeando un material sumamente frágil, que no aguantaría golpes ni movimientos bruscos. Si el primer reto es buscar una solución integral para el proyecto de recrecimiento de Yesa, hagámoslo, pero sin exhibicionismos ni ocurrencias, sin posiciones de fuerza ni maximalismos, sin buscar notoriedad ni rendimientos electorales. No caigamos en debates sesgados, que se acaben convirtiendo en espectáculo, en un concurso o subasta sobre cotas. Insisto: todos tienen voz y voto en la Comisión del Agua: entidades locales, agricultores, regantes, afectados por las obras de regulación, grupos políticos, asociaciones conservacionistas, instituciones. Nadie tiene excusa para no intentar el acuerdo.

Aragón es una tierra de pacto. La cultura del acuerdo se ha convertido en una de nuestras principales virtudes, tal vez para compensar ese individualismo también tan enraigado en nuestro carácter. El escenario es propicio para el consenso. El Gobierno de España ha reiterado que va a respetar esa búsqueda del acuerdo por parte de la Comisión del Agua y la Iniciativa Social de Mediación, para escuchar las propuestas sobre obras hidráulicas que formulemos desde Aragón. Por una vez, nosotros escribimos nuestra historia. Con el mismo tesón, sentido de la responsabilidad y saber estar que hemos demostrado en la lucha contra el trasvase, tenemos que afrontar, también, el nuevo gran pacto del agua en Aragón.

*Consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón.