En enero del año pasado, con motivo de la abstención de Juan Alberto Belloch para enjuiciar el caso Plaza, ya se supo qué magistrado le sustituiría, Francisco Picazo. Pero han tenido que transcurrir 20 meses para que la defensa del constructor y expropietario del Real Zaragoza, Agapito Iglesias, se diera cuenta de que este magistrado debía ser recusado por la «animadversión» que parece ser que tiene hacia su cliente. A tres días del inicio del juicio, esta argucia legal --que como otras muchas se usan para dilatar el proceso-- obliga a aplazar un mes la vista de un caso que lleva judicializado cinco años. Lanzar un órdago es un riesgo porque, a veces, la Justicia cuanto más tiempo pasa más injusta se vuelve.