Cada mañana los dirigentes políticos reciben un argumentario, unas consignas que señalan por donde han de ir los discursos del día, los mensajes a repetir una y mil veces. Ya se sabe que una mentira repetida sigue siendo mentira, pero también se sabe que muchos incautos o fanáticos se la creerán y a su vez la difundirán una y otra vez como veneno inundando las redes. La descripción vale también para tertulianos y periodistas a sueldo que, sin ninguna capacidad crítica ni el rigor alque les obliga su profesión, repiten el argumentario aunque su contenido sea falso o insulte a la capacidad intelectual del receptor. Como algunos medios han demostrado los argumentarios del PP respecto a la contabilidad del número de fallecidos pasarán a la historia de la mentira política y serán estudiados como monumentos a la manipulación y a la falta de ética. La insistencia en la patraña de que el Gobierno oculta el número de fallecidos ignora el hecho evidente de que eran precisamente las CCAA las que debían comunicar los datos y que ha sido precisamente la de Madrid de Díaz Ayuso, una de las que ha provocado un mayor desfase entre los fallecidos confirmados por test positivos y el exceso de fallecidos respecto a otros años comunicados por el Instituto de Salud Carlos III. Pues nada, se mezcla todo, se agita y al argumentario para que los papagayos lo proclamen a los cuatro vientos. ¡Queremos saber! ¡Basta ya de mentir! repetía el cerebro de Génova, 13. Oiga, intoxicador desconocido que desprecia el discurso científico de funcionarios públicos honrados y competentes como el Dr. Simón, estamos de acuerdo. Queremos saber qué ha pasado en las residencias madrileñas gestionadas por ustedes. Con pelos y señales, con nombres y apellidos de los que tomaron las decisiones que negaron la asistencia a no pocos que luego fallecieron.

*Profesor Universidad de Zaragoza