El PSOE, en España y también en Aragón y en el resto de territorios, corre el riesgo de acotar en un debate procedimental y nominalista el proceso de renovación tras el anuncio de dimisión de su secretario general, Pérez Rubalcaba. Si los socialistas se pierden en las formas sobre cómo debe ser el congreso o sobre qué amplitud ha de tener el proceso de primarias para elegir candidatos perderán la oportunidad de cambiar realmente. El PSOE no solo tiene un problema de liderazgo, sino de alejamiento de sus principios fundacionales, de sus objetivos y de sus esencias, y también de sus aspiraciones. Sin ese debate en profundidad la regeneración del mensaje y la recuperación del pulso político y social serán materialmente imposibles. Habrían de aplicarse el cuento, desde líderes como Lambán hasta el último militante.