De manera muy lenta vamos experimentando en España y Europa lo que será esa nueva normalidad. Mayor distancia social, comercios y servicios con cita previa. Posteriormente, menor aforo. El impacto del covid-19 en el turismo es simplemente brutal. España se va a resentir mucho. Muchos establecimientos turísticos no van a empezar la temporada y los que lo hagan lo harán a medio gas. Un sector clave para la economía del país solo podrá confiar en el turismo interior, siempre que se cumpla el calendario de la desescalada y la capacidad adquisitiva no se resienta aún más. Pero la recuperación del turismo internacional será imposible mientras no se vuelva a reactivar el transporte aéreo.

El tráfico aéreo ha caído un 95% en España desde el estado de alarma. Más de 900.000 empleos están amenazados y algunas compañías al borde del concurso de acreedores. El transporte aéreo asequible, aceleró, lógicamente, la expansión de la pandemia. No hay un protocolo claro para evitarlo ni para preservar la salud de los pasajeros. Las compañías eluden las medidas drásticas en los pocos vuelos que realizan para mantener una mínima rentabilidad. Incidentes como el del vuelo entre Madrid y Canarias ponen al descubierto que en este ámbito aún no se ha encontrado el equilibrio entre la salud de los pasajeros, la contención de la enfermedad y los condicionantes económicos. El impacto de la pandemia en la aviación resta 55.000 millones en el PIB, casi el 5%. Es evidente que no habrá recuperación de la economía mientras no vuelva la aviación. Pero mientras no haya garantías sanitarias será difícil levantar los cierres de fronteras, especialmente cuando el grado de control de la pandemia país por país es asimétrico. La Unión Europea trata de apaciguar este incendio, pero no lo tiene nada fácil.

La aviación posterior al covid-19 debe repensarse. Una parte del auge del comercio internacional y del turismo global ha sido posible por la caída de los precios de los billetes de avión. Las compañías low cost han presionado los precios a la baja, de manera que ciertas operaciones comerciales e industriales han basado su éxito en estos costes reducidos. Y el turismo se ha beneficiado de ello. ¿Volverá la aviación a ser lo que ha sido? Evidentemente, mientras el número de viajeros se tenga que reducir para mantener la seguridad de los pasajeros, será muy difícil volver al mundo 'low cost'. Esa realidad va a dejar heridas de muerte muchas infraestructuras turísticas.

Urge, pues, un plan específico de apoyo al sector aéreo como base de ese plan más amplio del que ya habla el Gobierno de apoyo al turismo. Debe incorporar criterios sanitarios pero también la sostenibilidad laboral y medioambiental. Las 'low cost' y los equipamientos turísticos que se basan en un explotación intensiva de los recursos naturales sin aportar valor añadido deben replantearse. La clave es la fidelidad de los clientes, no solo el precio. Vivimos en un mundo de experiencias que cuando no son positivas, solo se salvan por los precios reventados. Ahora recogerán los que han sembrado vínculos estables con sus clientes y la ayudas públicas deben premiar también este modelo.