Las tropelías de Pedro López Jiménez, alias el Rambo de Requena, pudieron haber acabado muy mal, de no ser por que finalmente fue acorralado, y detenido ayer, en Andorra, después de herir a un agente. El desarrollo de los hechos fue muy similar al de Igor el Ruso, que acabó con la vida de tres personas y lo intentó con otras dos hace tres años. Y también calcado al que protagonizó en los años 90 el apodado Rambo de Soria. Son delincuentes peligrosos que, como otros menos sanguinarios, eligen la España vacía, la desprotegida, para huir y refugiarsea, con la certeza de que la falta de efectivos policiales juega a su favor. Esta desprotección se arrastra desde los 90 cuando empezaron a cerrarse cuarteles, por su mal estado y por la despoblación. Quizás ahora Interior debería replantearse una reestructuración territorial más profunda para cubrir con más efectivos, y más estables, las zonas rurales.