Estas fechas han servido para decidir no solo qué tipos de juguetes se regalan a los niños sino que se intenta que la tradición del regalo no sea un simple seguimiento rutinario de las modas sino un acto responsable que implique impartir valores, fomentar la educación, ahuyentar las discriminaciones y crear emociones en los más pequeños. En épocas de austeridad y de grandes diferencias económicas, es bueno y aconsejable que del regalo se deduzca también una lección de comportamiento social que pasa por la toma de conciencia del desprendimiento y del alejamiento de una dinámica del exceso. Menos regalos, pues, y de más calidad. No necesariamente más caros. Pensados no en función del juguete o la marca sino del concepto de juego, es decir, de la capacidad de disfrute, que es individual e intransferible. La fórmula tanto sirve para los juguetes tradicionales como para los más avanzados inventos tecnológicos, los de más aceptación en los últimos años. Pensar qué tipo de regalo conviene a cada uno, rehuir todo contacto con la violencia y la discriminación, y estar pendiente y alerta ante los excesos es un bagaje que lleva al acierto.