Leía el apunte de Ana Marco referente a los problemas de salubridad que los perros ocasionan. Afirmaba que era este un problema global y pedía disculpas por la generalización. Al parecer se sentía afectada por ese error de la sociedad actual que consiste en pensar que generalizar es pecado y, naturalmente, presa de esta religiosidad mundana, se sentía culpable. La vida exige generalizar. De modo que impedir que el hombre generalice es ponerle en peligro cierto. No creo pues que los que se oponen a la inducción, a la generalización, lo hagan por razones epistemológicas más bien por intereses personales: impidamos, piensan, toda generalización que me incluya con resultados negativos. Yo si voy a generalizar con alta probabilidad de no equivocarme. Todo el que saca sus perros a la calle demuestra tener muy escaso espíritu cívico. Todo lo más que he llegado a ver es a alguno recogiendo los excrementos sólidos, pero... ¿y los líquidos? ¿Han visto ustedes a alguien armado de mocho y cubo? Yo nunca. Los perros, pues, en la casa o finca de cada cual y nunca en la calle ,salvo en las zonas para ellos habilitadas, por ellos sufragadas y hasta ellas llevados en volandas. Así de rotundo. --José F. Luz. (Teruel)M