Mientras vivimos, mientras nos divertimos y mientras sufrimos, en este mismo planeta, miles de niños mueren cada día por falta de alimentos y atención médica. Podemos mirar hacia otro lado e ignorar cruelmente esta dura realidad o intentar hacer algo, por muy poco que sea.

Si colaboramos con nuestro tiempo o nuestro dinero con las ONG que trabajan en los países más desfavorecidos, contribuimos a lograr un mundo menos injusto.

Apadrinar durante un año a un niño del llamado Tercer Mundo cuesta tanto como la cámara de fotos digital o el nuevo modelo de teléfono móvil que me quería comprar.

¿Podré vivir sin esa cámara o ese teléfono de última generación?

¿Podría vivir sin intentar poner algo de mi parte para que se acabe esta gran pesadilla que vive nuestro planeta?

--Ch. E. L. (Zaragoza)M