HISTORIA

En defensa del escudo

***Begoña Sañudo

***Zaragoza

Si de algo me he considerado siempre orgullosa es de mi origen cántabro-aragonés tanto de sus símbolos como de su historia.

Por eso leo con asombro e indignación la propuesta del presidente don Marcelino Iglesias de retirar las cuatro cabezas de musulmanes que aparecen junto a la cruz de San Jorge, en el tercer cuartel del escudo de Aragón.

Dicha parte del escudo nos recuerda la victoria del Rey Pedro I de Aragón sobre los musulmanes y la conquista de Huesca (año 1096). Según la leyenda San Jorge se apareció para ayudar a los ejércitos cristianos. Puestos a quitar símbolos también podríamos retirar la Cruz de San Jorge, el árbol de Sobrarbe, la Cruz de Iñigo Arista y "las barras" del cuarto cuartel.

Espero que al Ayuntamiento de Santander no se le ocurra la feliz idea de suprimir del escudo de la ciudad "la torre del Oro" que recuerda la conquista de la ciudad de Sevilla a los musulmanes por el rey Fernando III, con la participación de la escuadra castellana dirigida por el cántabro Bonifaz y las cabezas cortadas de los santos mártires san Emeterio y san Celedonio para no ofender a otras confesiones religiosas.

Pienso que Aragón tiene importantes problemas por resolver como para que nuestra principal ocupación sea cambiar nuestro escudo.

Nuestros símbolos son reflejo de nuestra historia y como dijo Joaquín Costa, "los pueblos que olvidan su pasado, mueren".

FUTBOL

Cuento a despistados

***José Luis Cabez

***Zaragoza

Erase una vez una ciudad bastante conocida, donde había un estadio de un equipo de fútbol al que muchos de sus aficionados accedían paseando las tardes del domingo, solos o acompañados de sus parientes y amigos.

Y ocurrió que el Equipo de Gobierno de esa ciudad decidió trasladar el campo con un proyecto plagado de desatinos (lejanía, accesos insuficientes, trabas legales y especulación urbanística). Pero, he aquí, que unas oportunas elecciones dieron al traste con el despropósito, quedando sus promotores como el gallo de Morón (sin estadio y...).

Y los nuevos gobernantes decidieron construir un nuevo campo de fútbol en el lugar del anterior, para facilitar el acceso a los socios y completar de paso el equipamiento del lugar. Y los perdedores, es decir, los anteriores gobernantes, decidieron boicotear el nuevo plan y, con el apoyo de un poderoso medio de comunicación, bombardearon machaconamente a los habitantes de la ciudad con la idea de un proyecto alternativo, hasta el aburrimiento.

Y publicaron los resultados de una encuesta que les daba la razón, con grandes alardes tipográficos, y luego confesaron que la habían interpretado al revés. E incluso realizaron una campaña publicitaria con el eslogan "hágale km a su coche en la tarde del domingo".

Y con estas prácticas y otras tales, los opositores consiguieron que el nuevo estadio se ubicara en un descampado de las afueras, junto a un río muy grande. Y pasó que algunos domingos, los aficionados volvían a casa cabreadísimos por la derrota de su equipo y, además, empapadicos por la humedad, y otros días regresaban con la nariz y las orejas coloradicas y el morrete tieso, por un fuerte y frío viento que llamaban "el Moncayo", que por ahí soplaba. Y por eso, en la temporada siguiente, muchos socios se dieron de baja y continuaron viendo al equipo de sus amores en la televisión del bar de la esquina, pero claro, sin aportarle ni una sola peseta a la sociedad deportiva, cuya economía se resintió muchísimo.

Y sucedió lo que tenía que suceder. Como la pobreza entró por las puertas del club, los trofeos salieron por la ventana.

Y este cuento está contado, colorín colorado.