Cuando la batalla del agua parecía definitivamente perdida, cuando todo apuntaba a que José María Aznar, apoyado por una batería de mendaces informes, y por el voto cómplice de un ex-presidente de Aragón, Santiago Lanzuela, y de una ex-alcaldesa de Zaragoza, Luisa Fernanda Rudi, quienes, Rajoy mediante, pronto volverán por aquí para actualizar su pensión parlamentaria (premio a sus servidumbres y servicios), dos luces de esperanza nos han alegrado la Navidad hidráulica.

Por un lado, la paciente resistencia de la comisaria europea, Margot Walström, quien, pese a las presiones del PP, ha conseguido mantener su negativa inicial a financiar el expolio. Por otro, el anuncio oficial de que la recién constituida Generalitat de Cataluña recurrirá y hará lo imposible por paralizar el trasvase.

Así lo ha confirmado ya el nuevo consejero de Medio Ambiente, Salvador Mil , de Iniciativa Per Catalunya Verds (ICV), desvelando a los miembros de la Plataforma en Defensa del Ebro que el tripartito presidido por Pascual Maragall ha encargado sendos informes técnicos a la Agencia Catalana del Agua para elaborar un plan alternativo al trasvase norte y asegurar los caudales ecológicos del Delta, así como para declarar zona protegida el último tramo del Bajo Ebro. Antes del próximo día 20 la Generalitat recurrirá formalmente el PHN, dándose de tiempo el primer semestre de 2004 para elevar a la Unión Europea su nueva filosofía de abastecimientos y aprovechamientos hídricos.

En el curso de esa reunión entre el consejero Mil y los portavoces de la Plataforma afloró un dato de extraordinaria relevancia: un exhaustivo informe, elaborado años atrás por la propia Agencia Catalana del Agua, aseguraba que el trasvase norte previsto en el PHN (doscientos hectómetros cúbicos anuales destinados a abastecer la Barcelona metropolitana mediante la interconexión del Ebro con las cuencas del Ter y el Llobregat) era, es y será de todo punto innecesario. Esto es, que Cataluña tenía y tiene reservas suficientes y no necesitaba, no necesita ni necesitará el agua del Ebro para usos propios.

Bajo esta óptica, con tales y reveladores datos en la mano, vislumbramos más claramente la perversa magnitud de la operación que Aznar selló con Jordi Pujol en el año 2000. El Honorable comprometió entonces el voto de CiU al PHN a sabiendas de que perjudicaba los intereses de Aragón, sin rentar para su comunidad otros frutos que un excedente de caudales. Con posterioridad, Pujol y Mas se vieron obligados a enmendar un error que, a la postre, les costaría (entre otros factores) el poder. Pero el mal ya estaba hecho.

Doy por supuesto que el ex-ministro Jaume Matas, y Elvira Rodríguez, y Pascual Fernández tenían conocimiento de ese informe de la Agencia Catalana del Agua. Dossier que la Generalitat de Pujol se cuidó de hacer público en su momento, pues su publicidad, en pleno debate del PHN, habría hecho insostenible la tramitación del trasvase.

Aragón, por tanto, galvanizado por sus nuevos y poderosos aliados, y con más argumentos que nunca, refuerza su posición. Es la buena noticia navideña.

*Escritor y periodista