Da la impresión que en esta ocasión, una vez más, la fiesta de la Cincomarzada en Zaragoza ha estado gafada. Después de suspenderse en su día por la crecida del Ebro, la tromba de agua caída el pasado sábado sobre la ciudad obligó ayer, otra vez, a no poder celebrarse el tradicional día de calderetas en el parque del Tío Jorge. Es evidente que son muchos los colectivos que perdieron y vuelven a perder ingresos. Pero estas circunstancias deben hacer reflexionar sobre la suspensión de esta fiesta. El ayuntamiento y los barrios han dejado pasar mucho tiempo para recuperar la celebración y eso es negativo para la tradición. Hubiera sido mejor hacerla en marzo o coincidiendo con el 23-A, como ya se hizo una vez.