El Gobierno francés tiene muy claro que una de sus más urgentes prioridades es integrar al mosaico de razas que componen su actual población. Todos aquellos emigrantes que en los años sesenta y setenta desembarcaron en Marsella, expulsados de sus países de origen por los procesos de descolonización, son hoy abuelos de jóvenes franceses de origen malinés, indonesio, árabe, africano... ¿Son franceses? Naturalmente, con su padrón, su residencia y pasaporte. Pero, ¿se sienten franceses? En esta segunda cuestión entraríamos ya en fase de debate.

Una polémica social que viene agitando al país vecino desde las crisis de las banlieu y las cada vez más frecuentes manifestaciones de racismo y posiciones de exclusión planteadas por la extrema derecha de Le Pen.

Sin embargo, hay muchos franceses viejos que protestan por la escasa integración y compromiso de todos esos franceses nuevos, a los que acusan de beneficiarse del sistema sanitario y asistencial sin aportar gran cosa a cambio.

En este clima de disenso, el cine francés viene haciendo un esfuerzo para sellar las junturas de sus resquebrajados sistemas de convivencia.

La película «Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho... ahora?», del director Phillipe de Chauveron nos introduce en la familia Vernueil, en la que cada una de sus cuatro hijas se ha casado con un francés de distinta procedencia: un chino, un judío, un árabe y un africano.

La película, en clave de comedia, magistralmente sostenida por el actor Christian Clavier, invita a sonreír y a reflexionar en los problemas y dificultades a los que esos franceses de segunda y tercera generación deben enfrentarse si quieren, no ya enriquecerse, no ya triunfar, sino meramente ser aceptados por los franceses de siete apellidos.

Al ser, como no se oculta, cine cuasi oficial, trasladando al espectador europeo las políticas supuestamente inclusivas de Macron, este último sale muy bien parado.

Tanto, que los cuatro yernos de Vernueil le votan en bloque, con la esperanza de que los viejos franceses y el nuevo presidente logren la integración real en el mundo urbano y rural de Francia.