Sin duda el 15 y el 16 de abril estarán ya para siempre entre los días más importantes de su vida y son el preámbulo de una nueva página en la historia de España. Una sesión de investidura es sobre todo un acto solemne de compromiso y de cambio. Serio, tranquilo, seguro de sí mismo, José Luis Rodríguez Zapatero, ZP, fue desgranando los que serán sus compromisos, y ya ha hecho buena su promesa de cambio de talante. Zapatero se muestra conciliador y generoso. Conciliador porque ha dejado claro que está dispuesto a escuchar a todos, a gobernar para todos, y a explicar los porqués de las decisiones de su Gobierno. Incluso ha asegurado con rotundidad que escuchará las críticas con respeto. Generoso porque ha hecho manifestación expresa de que algo que no por obvio es menos importante destacar, que la historia no empieza a partir de hoy en que él es presidente, sino que los países, con todo lo bueno, también con lo malo, los hacemos entre todos, pero además tuvo el gesto de, mirando a José María Aznar, afirmar que el Gobierno del PP había tenido aciertos. ZP no se dedicó a criticar a los populares, sino que de manera elegante subrayó las diferencias a la hora de enumerar cuáles van a ser sus políticas y por qué. Afirmó tajantemente que condenará cualquier utilización política del terrorismo, y ofreció un nuevo acuerdo que incluya a todos los partidos. Uno de los compromisos más importantes de los asumidos por el nuevo presidente es el que se refiere a la reforma de la Constitución, y sin duda uno de los que más quebraderos de cabeza le producirá en el futuro. Pero ZP ha marcado la reforma: la del Senado, la de las normas que regulan el orden de sucesión en la Corona a fin de adaptarla al principio de no discriminación de la mujer, la denominación oficial de la autonomías, y una incorporación, una referencia a la Constitución europea. Eso sí, por consenso pidiendo un informe previo al Consejo de Estado. Así, el nuevo presidente deja sin argumentos a quienes han decidido ya ponerse a rasgar las vestiduras porque en esta legislatura se vaya a abordar una reforma constitucional. Eso sí, a los nacionalistas también les ha dejado claro que no va a haber relecturas de la Constitución. El discurso de investidura de ZP fue el de un líder socialdemócrata, y sus compromisos en materia social no dejan lugar a dudas. Más incertidumbre parece haber en el capítulo de la política internacional. El programa significará un nuevo impulso para la democracia española y también para reformar, azuzar, y transformar las estructuras que se van anquilosando. ZP llega ilusionado y se notaba en cada compromiso en cada palabra de las dichas en su discurso, y por tanto abre la puerta a un tiempo nuevo. A cuanto se ha comprometido es tanto que al menos necesitaría dos legislaturas, pero quienes le conocen aseguran que es capaz de hacerlo en cuatro años. ZP tiene fuerza de voluntad e incluso una pizca de tozudez. El Zapatero de ayer, que dure. *Periodista