«Había una vez, en un país no muy lejano, un lugar donde daba igual si eras gay o no lo eras». Así da comienzo Promise land, de los neozelandeses Adam Reynolds y Chaz Harris, el primer cuento creado para concienciar a los más pequeños de la importancia de valores como el respeto y la tolerancia. La narración, ilustrada con dibujos a lo Disney que se puede adquirir en castellano por internet, resulta una valiente propuesta educativa para los primeros años de formación del niño, que resultan clave para su posterior desarrollo. En Aragón, la XII edición de Zinentiendo, la muestra internacional de cine LGTBQI (lésbico, gay, tansexual, bisexual, queer e intersexual) culmina con los dos últimas sesiones en Huesca. Son aportaciones para combatir la homofobia, que sigue siendo un fenómeno vivo entre nosotros. Y no atiende a edades.

Tampoco ayuda a mejorar la situación las conductas de grupos ultracatólicos que sin escrúpulo alguno pasean en autocar una clara incitación al odio con mensajes contra los transexuales dirigidos a los niños. La educación en la diversidad resulta fundamental, pero no todo el peso puede recaer en la escuela. La vida cotidiana aún está llena de actitudes y, sobre todo, de expresiones que fomentan el desprecio del prójimo por su orientación sexual.

Como otras autonomías normalizadas, Aragón ha contemplado con creciente alarma las negociaciones del Gobierno central con diferentes grupos políticos de la periferia, a fin de sacar adelante en el Congreso el proyecto de Presupuestos Generales. Al final, el acuerdo de Rajoy con el PNV para reducir el cupo vasco a su mínima expresión y además con efectos retroactivos (lo que permitirá a Euskadi obtener devoluciones por valor de mil cuatrocientos millones de euros) ha sembrado la desolación entre las comunidades carentes de tal ventaja. A Cataluña se le han prometido ingentes inversiones destinadas a desactivar el procés. A Canarias le pasará algo similar porque el voto de dos de sus diputados es fundamental. ¿Y los demás? ¿Qué pasa con aquellos territorios que carecen de derechos forales, peso parlamentario o insularidad pero deben administrar servicios para poblaciones en regresión y muy desperdigadas? A estas alturas, el argumento (tan del PP y de Ciudadanos) de que todos los españoles deben disfrutar de los mismos derechos y servicios parece un mal chiste. Por el contrario, esos derechos y esos servicios son cada vez más dispares. Aragón, con el resto de las comunidades en idéntica situación, debe organizar una respuesta inmediata. Y en el caso concreto de nuestra comunidad, pendiente de una reunión de la comisión bilateral para la que no hay todavía fecha, con mayor motivo.