Un estudio encargado para investigar el impacto de los vertidos de Erkimia acumulados en el pantano de Flix ha desvelado la existencia de un inmenso vertedero incontrolado bajo las aguas. La presencia de cientos de miles de toneladas de materiales tóxicos inmovilizados en el lecho del Ebro --incluyendo metales pesados, elementos radiactivos y DDT-- no constituye al parecer un peligro inmediato, pero sí una amenaza futura que se debe hacer desaparecer. Esta es una de las tantas huellas que han dejado en el paisaje décadas de irresponsabilidad de las industrias, de falta de normativa ambiental y de incumplimientos impunes una vez ésta ha existido. Todavía peor, los ríos sufren aún agresiones quizá menos evidentes pero tanto o más peligrosas, como la contaminación por purines.

Medio Ambiente de la Generalitat llevará los vertidos a la fiscalía, y junto con el Gobierno ha empezado a estudiar soluciones. El responsable de éste departamento ha definido las responsabilidades en sus justos términos: son compartidas, entre quien ha contaminado, por supuesto, y las administraciones que no lo han impedido. Es decir, el coste, previsiblemente elevado, de sanear la zona también debería ser compartido.