Vuelven los Festivales del Ebro a Zaragoza y otra vez se configuran como un gran contenedor de la mayoría de espectáculos y actividades diversas que se suceden en la capital de aquí a julio. Es decir, el ayuntamiento junta en un programa todo lo que organizan las empresas privadas y añade unas cuantas actuaciones gratuitas de escaso relieve para darle vida al anfiteatro de la Expo. Así no se aporta nada nuevo ni se enriquece culturalmente una ciudad que tenía unos objetivos muy altos en esta materia. Un gobierno de izquierdas como es el de Zaragoza tiene que ser capaz de arrancar algo más.