Faltan sólo seis días para que comience el 2005, año clave para que Zaragoza y Aragón lleguen al 2008 con todo a punto y se conviertan durante unos meses en referencia internacional gracias a la celebración de la Expo recién concedida en París. Si el 2004 ha sido un año de renacimiento para Aragón, al alejarse el fantasma del trasvase y visualizarse que el Gobierno central ha trabajado a fondo para defender la candidatura zaragozana al evento internacional, el 2005 puede ser el año de la explosión definitiva. El ambicioso proyecto de transformación alumbrado al calor de la Expo ha de sentar sus cimientos en los próximos meses. Sólo así se llegará al 2008 con garantías de éxito.

La hoja de ruta de Zaragoza hacia el 2008 debe ser forzosamente compleja. En poco más de 1.250 días, hay que concretar la intervención pública sobre el meandro de Ranillas y acabar las obras complementarias que precisa la ciudad y su zona de influencia. Sin dejar de lado otras cuestiones como la necesaria implicación social para que los efectos de la Expo en el conjunto de la región sean verdaderamente intensos y perdurables. El 2008 abre posibilidades nuevas para la economía, la cultura, el deporte, siempre que sepamos articular fórmulas que lo permitan.

Durante el mes de enero debería echar a andar, de acuerdo con los plazos anunciados por el alcalde Belloch, la sociedad pública que gestionará el proyecto de la Expo. Una sociedad que podría tener una estructura similar a la que desarrolló la Expo 92 de Sevilla; es decir, presencia de los diferentes ministerios implicados y de las administraciones local y autonómica. El carácter necesariamente ejecutivo de esta sociedad obliga a sus partícipes a olvidar luchas absurdas y búsqueda de protagonismos inmediatos. La sociedad, de acuerdo con el proyecto de la Expo, deberá gestionar inversiones por un importe cercano a los 800 millones de euros en sólo unos meses. Y hacerlo con acierto y sin dejar de mirar el calendario.

Como muestra de lo que no se debe hacer basta con analizar el tiempo perdido hasta ahora por otra sociedad similar, la creada por el Ministerio de Fomento, el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza para desarrollar las obras complementarias a la llegada del AVE a la capital aragonesa. Las tensiones entre las tres administraciones y la falta de decisión política han impedido que, hasta ahora, se pueda dibujar un horizonte de actuación en los terrenos desafectados por el soterramiento y en los liberados para nuevos usos urbanos. Precisamente, la sociedad Zaragoza Alta Velocidad 2002 y la sociedad Zaragoza Expo 2008 deben trabajar a partir de ahora de la mano porque, al fin, tienen intereses complementarios.

La magnitud de las intervenciones que se avecinan en Zaragoza en los próximos años obligan también a valorar la necesidad de cambios en la actual estructura administrativa, tanto en el ayuntamiento como en la DGA. Los departamentos de Infraestructuras y Urbanismo van a tener, si todo va bien, más trabajo en los próximos tres años que probablemente en todo el decenio anterior junto. Un aumento exponencial de necesidades que obliga a reorientar la acción pública y que invita, a priori, a valorar la posibilidad de modificar los equipos de gobierno e incluso de nombrar cargos públicos con una visión horizontal dedicados expresamente a labores de coordinación entre departamentos cara al 2008. ¿Sería descabellado, por ejemplo, que a partir de ahora, el ayuntamiento tuviera un concejal dedicado expresamente a la Expo? Y en su caso, ¿de qué partido coaligado sería? En el caso de los gobiernos central y autonómico no cabría hacerse este planteamiento, pero sí definir cuanto antes de qué ministerios o departamentos ´colgaría´ la sociedad Expo 2008. Porque no es lo mismo, por la naturaleza de sus ministerios, que dependa de la vicepresidenta Fernández de la Vega que del vicepresidente Solbes.

Otra cuestión no menor es el grado de participación de otras administraciones no directamente implicadas y de la propia sociedad civil aragonesa y española. Además de la pertinente búsqueda de consensos en el desarrollo del proyecto, las aportaciones de terceros, tengan carácter público o privado, a la Expo 2008 deben ser tenidas en cuenta y administradas armónicamente.

Del Todos a por la Expo hemos pasado a La Expo es de todos , por lo que urge establecer cauces nítidos para dar sentido pleno a esta afirmación. Sin ir más lejos, con el tema del agua como telón de fondo, parece el momento para solicitar públicamente que la Universidad de Zaragoza, gran ausente del debate público en los últimos años, reoriente o potencie sus líneas de investigación y especialización en torno a los asuntos hidráulicos. El del campus universitario es sólo un ejemplo, pero tras la euforia inicial por la designación del histórico 16-D en París hay que poner en orden todas las necesidades y las ideas existentes, exprimir a fondo el evidente potencial de los próximos 42 meses para Zaragoza y para Aragón, que tienen ante sí el mayor reto de las últimas décadas. Y lo que hagamos o no en este prometedor 2005 es básico para convertir la Expo en una posibilidad de futuro sin tener que lamentar oportunidades perdidas.

jarmengol@aragon.elperiodico.com