La crisis del PSOE en el Ayuntamiento de Zaragoza se ha saldado con un aparente acuerdo entre las partes en conflicto, a saber los viejos damascos y los neo-interesados que rodean a Juan Alberto Belloch (dime, amigo, cuál es el sol que más calienta). El cabecilla damasco Carlos Pérez Anadón ha perdido capacidad de gestión para dedicarse a los entresijos políticos, mientras que gentes como Ricardo Berdié ascienden en el escalafón, esperemos que no a cambio de un plato de lentejas cuya digestión, a plazo medio, podría cortársele. El alcalde, más que satisfecho, se ha ido a Brasil para hablar del talento como un cambio cultural estratégico, casi nada al aparato. Pues bueno: me apuesto lo que quieran a que las cosas no se quedarán así y que, a no mucho tardar, se producirá algún acontecimiento cuyas consecuencias se traduzcan en otro rifirrafe, pero de mayor envergadura. Mientras tanto, la Casa Consistorial está dormida, la gestión brilla por su ausencia, salvo en lo concerniente a parches y cañerías (y el buen quehacer de los concejales de CHA), y la Expo 2008 dicen que va por buen camino, que así sea. Eso sí, no se preocupen, quedan muy pocos concejales sin tenencia de alcaldía. En la próxima remodelación, visto que es cuestión de cuatro euros, se ampliará el cupo y así todos contentos, con más sueldo, chófer y coches que alguna gasolina gastarán y algún mantenimiento exigirán. Todo ello porque contamos con el alcalde más inteligente y capaz de Europa. A poco que confiemos en él, Zaragoza será pronto la tercera ciudad de España. *Profesor de Universidad