Hay que ver qué poco te dejas ver por casa, Luisa Fernanda. Es que eres un culo inquieto, un visto y no visto, un pis pas y te evaporas. Mujer, ya sé que eres dama de altas miras pero es que llevas un lustro que sólo te acercas por aquí para pasar el fin de semana (cuando puedes), para vestirte de baturra por los Pilares y para pedir el voto cuando hay elecciones. Aún me acuerdo de entonces, cuando criticabas a Belloch que a la sazón competía contigo por la Alcaldía, y jurabas que pensaba irse a Madrid si no recibía la vara de mando. Resultó que la recibiste tú, y no había pasado un año que ya estabas buscando piso a la vera del Manzanares. Juan Alberto, no sé si lo sabes, se quedó en Zaragoza y ahora es alcalde. Lo digo por si no lees la prensa de provincias.

La verdad es que nos consolamos pensando que tendríamos a una zaragozana en la cúspide, o como se diga, del Estado. Pero no sé, la cosa no se notó mucho. Lo único, que cuando venías por aquí traías guardaespaldas con pinganillo, que siempre lucen más. Así que volviste a ofrecerte para ser nuestra diputada en Madrid. No hace ni dos meses, y ahora resulta que vuelves a dejarnos plantados y te largas a Bruselas. Vamos, como el Capitán Araña, que embarcaba a la tripulación y se quedaba en tierra. Sólo que lo que haces tú es coger otro barco.

En fin, tú sabrás y que te vaya bien por Europa, pero ya te hemos cogido el truco. A la próxima, preséntate por Cuenca. O por París, que es mucho más chic.

*Periodista