El Gobierno de Rodríguez Zapatero aún no aprendió la lección que dejó dicha Felipe González cuando comprobó que su prisa por afrontar reformas sociales pendientes desde muchos años le estaban moviendo a pisar demasiados callos de ciudadanos al mismo tiempo. A Zapatero le está sucediendo algo parecido: no sólo pretende mayores niveles de laicismo, y plantar cara desde la soberanía nacional al amigo americano, y buscar salida a los deseos de autodeterminación de Gibraltar y de Euskadi, y semicomplacer a Carod, y reformar el Senado. Además, la vicepresidenta De la Vega, tiene la desafortunada iniciativa de referirse a los curas y los jueces como unos señores históricamente tenebrosos e inmovilistas. Habrá de todo, claro. Y a lo mejor conviene sumar a registradores de propiedad, y a algunos mandos militares y hasta a periodistas. Pero en este instante en que la Iglesia ya se ve en guerra de religión y cuando jueces de las asociaciones mayoritarias también tienen síndrome de persecución, probablemente doña Teresa no haya estado muy feliz. Y, por si fuera poco, lanza el venablo en vísperas de la intervención de Zapatero en la comisión del 11-M.

*Periodista