En estos días en los que el luto y el dolor entristece a todos los ciudadanos, salvo a los violentos y a sus correligionarios, recién salidos de unas elecciones generales que han relegado al partido del Gobierno a la oposición, surgió una tenue luz de esperanza en la ciudadanía, tan dolorida, cuando en la noche electoral el candidato del PP y el presidente del Gobierno felicitaron sin reserva alguna al candidato del primer partido de la oposición por su triunfo electoral. Uso democrático tradicionalmente observado siempre que el pueblo soberano manifiesta su voluntad política, eligiendo libremente a sus representantes.

Esa inicial esperanza de cambio democrático bien pronto quedó en entredicho al comprobar cómo se atribuía el triunfo electoral del PSOE al impacto causado en la ciudadanía por el salvaje atentado del 11-M, a la "manipulación" por ese partido de la información facilitada por el Gobierno respecto a la autoría del terrible acto terrorista y a las concentraciones ante algunas sedes del PP el sábado de reflexión.

Son excusas de mal perdedor, que si no puede cuestionar el resultado de las urnas, busca otros motivos ajenos a éstos para justificarse ante sus votantes y zaherir al partido ganador. No es buen comienzo para el ejercicio anunciado de una "leal oposición", que evita el diálogo, esencia de la democracia. En esta situación, me viene a la memoria esa proclamación de fe democrática enfatizada en el punto 6 del comunicado de FAES justificando la intervención en Irak: "Las siguientes elecciones generales determinarán, como solo corresponde a las urnas, en qué medida las críticas y aplausos que ha recibido el Gobierno se traducen en apoyo a unas u otras opciones políticas".

ESTE ES UNO DE los postulados de ese comunicado que, aunque no les guste a los de FAES, se ha hecho realidad y que como otros que ya entonces critiqué se han desmoronado totalmente, dejando en ridículo a sus numerosos firmantes, la mayoría formados en el pensamiento único del franquismo, que pretenden darnos lecciones de democracia. Suele decirse que el paso del tiempo coloca a cada cual en su sitio y que por sus obras y sus resultados los conoceréis. De ese comunicado se llega a la conclusión de que todas sus grandilocuentes declaraciones en defensa del Gobierno han quedado trágicamente desmentidas.

Y es oportuno recordar ahora, mientras en EEUU y Gran Bretaña se constituyen comisiones investigadoras de las comprobadas falsedades en que se "fundaron" sus gobiernos para precipitar la "guerra preventiva", que ha agravado trágicamente la situación, tan caótica en Irak y en el Oriente Medio, aquí el Gobierno y sus turiferarios guardan un vergonzante silencio, insisten en sus "errores" que no reconocen o tratan de cargar las culpas, por su "debilidad" ante el terrorismo, en quienes se opusieron a esa intervención.

En ese comunicado del pensamiento político único, se incurre en contradicciones y se hacen afirmaciones que ya entonces eran interesadas y falaces y el paso del tiempo se ha encargado de ponerlas al desnudo. Resulta difícil creer que estando de acuerdo sus autores en los siete pronunciamientos que colectivamente firman "¡con independencia de las opiniones que cada uno de nosotros sostenga a favor o en contra de la intervención armada en Irak!", puedan tener personalmente una opinión distinta sobre un asunto tan grave, salvo que se encuentren en una situación de trastorno transitorio del pensamiento único que les une. Pues contiene tal serie de sofismas y falacias que empiezan en el punto primero en el que se dice que a pesar de que las guerras traen la "pérdida de vidas humanas y el empobrecimiento de los pueblos", afirma que "sin embargo no toda guerra es siempre inmoral o ilegítima"; para sostener en el segundo que "el régimen iraquí supone una amenaza para el conjunto de la comunidad internacional... también para nuestro país", y apoyar en el tercero la "legitimidad del Gobierno para adoptar esa decisión... que no es antidemocrática, porque se apoya en la legitimidad que le proporciona nuestra democracia representativa".

FALACIAS y sofismas entre los que, al lado de argumentos democráticos, hay afirmaciones contrarias a lo que la terca realidad ponía de relieve sufrimientos y destrucciones que la invasión produjo y en la ocupación vienen sucediéndose hasta llegar al caos que hoy afecta gravemente al pueblo iraquí, que no tiene la "paz universal americana ni la justicia duradera" prometida.

Sofisma es que se llame a posteriori al consenso y al diálogo, mientras se ha exhibido un indisimulable desprecio hacia los partidos de la oposición, sin que exista un diálogo basado en el respeto, como sería deseable y democráticamente exigible.

Sofisma es que nos recuerden, con leguleya pulcritud democrática, amparada en la mayoría parlamentaria, que la decisión del Gobierno es legítima, mientras olvidan que se opusieron a esa intervención armada, junto a una mayoría de la opinión pública, todos los grupos del Congreso, sin otra excepción que la del PP que, como en otros tiempos, la apoyó por aclamación. Pues el hecho de que corresponda al Gobierno de la Nación "dirigir la política interior y exterior" y disponga de la mayoría parlamentaria, no convierte en legítimas y justas sus decisiones en este contencioso ni justifica el giro copernicano en la política exterior, por mucho que se aspirara al atractivo oro de América, para terminar sólo con el plato de lentejas.

EN ESA LINEA DE sumiso alineamiento, debe incluirse el oculto retroceso al sistema vergonzante de las capitulaciones de la época franquista, del que tenemos sonrojante y reciente ejemplo de la prepotente intervención del Gobierno norteamericano con motivo de un embargo trabado en un proceso civil en reclamación de pago del precio de unas obras realizadas por una empresa española en la base de Rota, que se tramita en un juzgado de ese partido judicial y de cuya agresión apenas se han publicado noticias. Este ejemplo pone de relieve un empobrecimiento de nuestra democracia por falta de fe en los valores constitucionales y deficiente cultura y práctica democrática.

Otros ejemplos y consideraciones podrían hacerse frente a esa línea arbitraria que separa el eje del bien y del mal, en el que sin quererlo nos hallamos incluidos, sin otra culpa que la oposición a la intervención armada en Irak, decretada por ese ¿dechado? de demócratas que es el todopoderoso presidente Bush, tan tejano, teatral y patriotero él, sedicente defensor de los derechos humanos, mientras impone su potencial económico y militar, sustrae a sus militares, políticos y funcionarios de la competencia del Tribunal Penal Internacional, cierra los ojos al Protocolo de Tokio o se desmarca de la ONU. Pero me encuentro más cómodo en este lado de la línea.

*Jurista