Hace ya varios años que la novela histórica es el género literario más vendido en librerías y más leído por los lectores españoles. Buena parte de esa responsabilidad se debe a un elenco de autores como Juan Eslava Galán, José Calvo Poyato, Santiago Posteguillo, Javier Sierra o Jesús Maeso, y de autoras como Toti Martínez de Lezea, Paloma Sánchez Garnica, Luz Gabás o Rosario Raro.

La novela histórica española contemporánea ha supuesto, además, la mayor transformación y renovación en la narrativa española del último cuarto de siglo, y lo dijeron el ya fallecido Manuel Alvar, que fuera director de la Real Academia de la Lengua, y Carlos García Gual, eminentísimo sabio y recientemente elegido miembro de la misma Academia. Pero hay más. El escritor alemán Gisbert Haefs, autor de Aníbal, una de las mejores novelas históricas de todos los tiempos, ha escrito que el grupo de novelistas históricos españoles escriben en estos momentos las mejores novelas de Europa.

Pues bien, a esos reconocidos autores se están sumando en los últimos años nuevos valores como Sebastián Roa, Luis Zueco, Emilio Lara (plenamente consolidados) o Raúl Borrás, y autoras como María Vila, Eva Díaz, Irene Vallejo o María Zabay.

En este ultimo año ha aparecido en este género Alejandro Corral, que hace cinco años ya despertó una gran atención con su primera novela, El cielo de Nueva York, un thriller sicológico sorprendente, al que se han sumado dos novelas históricas: Batallador, escrita a cuatro manos conmigo, y ahora mismo El desafío de Florencia, una novela asombrosa en la que se narra la extrema rivalidad y el encuentro en Florencia en los primeros cuatro años del siglo XVI de los dos más grandes artistas de todos los tiempos: Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti. Ambos mantuvieron en Florencia un doble reto prodigioso: mientras Leonardo pintaba la Gioconda, Miguel Ángel esculpía el David; y semejante batalla no pasó desapercibida. El hábil y taimado Nicolás de Maquiavelo, funcionario de la Señoría de Florencia, logró que ambos genios accedieran a pintar en el mismo salón, el de los Quinientos en el Palacio Vecchio, sendas batallas ganadas por la Señoría florentina. Los dos aceptaron el envite, pero los dos fracasaron en el intento, pues la ejecución de esos dos murales acabaría siendo un verdadero fiasco.

Escrita por un autor de tan solo veintinueve años, esta novela supone un nuevo paso en la renovación de la narrativa histórica española, que tiene por delante un futuro más que asegurado.

*Escritor e historiador