La futura ley del alcohol propone numerosas medidas para conseguir el «consumo cero» en menores. Estos días la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas aprobó las bases de la futura ley, y es que beber abusivamente alcohol se está convirtiendo en un problema importante en nuestra sociedad. Es luctuoso ver, cada lunes, la basura arrojada en parques y demás espacios habituales, por el conocido botellón; cientos de jóvenes se apuntan a un consumo periódico y a veces incontrolado como medio de sociabilidad, de divertimento. Las escenas que presencié estas pasadas fiestas del Pilar (ahora parece que las fiestas, en general, sirven para justificar cualquier exceso) en jóvenes, no menores, a las 6 de la tarde por calles del casco histórico, yendo borrachos y borrachas orinando entre coches, fue lamentable, la sensación de tristeza aún la recuerdo, por eso se hace indispensable una ley en la que se refleje la problemática de este hábito, y no solo en menores sino también en jóvenes adultos. Aunque esta ley resulte ser efectiva, para que esos menores no lleguen a ser consumidores habituales, dependerá de la actitud de los padres, porque hay un tanto por ciento elevado de padres que ignoran que sus hijos son bebedores habituales y, los hay también, que lo saben y lo toleran. A día de hoy existe una generación ya formada en el consumo del alcohol, con muchas posibilidades de que acaben en una dependencia. Esta nueva ley puede suscitar polémica porque contempla multas para los padres de menores, pero lo cierto es que en el Código Civil está implícita la responsabilidad que tienen que asumir los padres y tutores del menor y esa responsabilidad no puede ampararse, ni en la ignorancia y en la indolencia.

*Pintora y profesora