La crisis de Gobierno ha cogido desprevenidos a casi todos. Primero porque nadie se esperaba tantos cambios (alguno sí), segundo, por producirse en un fin de semana, y tercero, por coincidir con el colapso mediático por la boda real. Tan ajenos a lo que hacía el presidente Iglesias estaban en el Pignatelli que más de uno de los más allegados al Consejo de Gobierno se sobresaltó de la noticia por la propia prensa. Cuando el domingo leyeron en el periódico los cambios en el Ejecutivo, más de uno pensó que, por una vez, triunfó la discreción.