Aunque el consejero de Vivienda, José Luis Soro, descarta una burbuja del alquiler en Aragón, lo cierto es que esta forma de acceso a la vivienda mantiene un crecimiento en el precio muy superior al del coste de la vida y, por supuesto, al de los salarios con los que hacerle frente. Si la situación económica ha llevado a una menor opción en la compra de pisos, el alquiler se convierte en recurso obligatorio y su crecimiento en un callejón sin salida. Solo las ayudas de la Administración pueden garantizar a los más vulnerables al derecho de disponer de una vivienda o un parque público con los precios ajustados, en todo caso, una posibilidad a medio y largo plazo. Quizá la DGA no esté alarmada, pero es preocupante.