Lo que escribí el domingo sobre la Mina Muga ha revuelto a quienes objetan mi supuesto pesimismo habitual. Porque se supone que ese proyecto para horadar los alrededores de Yesa (los estribos de cuya nueva presa ya tienden de por sí a moverse y deslizarse) creará unos cientos de puestos de trabajo. Así de simples somos. No sólo los aragoneses, ojo; bastantes navarros, también. Pero me gustaría que los desarrollistas a cualquier precio pensaran por un momento en cuánto nos han costado y nos costarán los empleos de aquella factoría, Inquinosa, que en su día era defendida ante las «insidias» de Greenpeace con el argumento de que «creaba riqueza». Sí... y una contaminación del Gállego que habremos de pagar durante años (y son cientos de millones, ojo).

Geoalcali, la promotora de Mina Muga, fue una sociedad creada en Salamanca en 2011, con un capital social de 3.000 euros, bajo la tutela de Geotrex Gestión Minera, que es una empresa dedicada a gestionar la puesta en marcha de posibles explotaciones y luego vender a otros la iniciativa. En el caso que nos ocupa la compradora fue KCL Resources Limited, subsidiaria de Highfield Resources Limited, que es la que cotiza en la Bolsa australiana. La operación produjo importantes beneficios sin que a día de hoy se haya cavado nada ni extraido un gramo de potasa.

A cambio, tenemos la posibilidad de que algún día galerías de cientos de metros de profundidad se extiendan en las inmediaciones de Yesa, bajo núcleos habitados. A golpe de barreno, extrayendo agua de los acuíferos, generando movimientos del subsuelo, movilizando en las carreteras de la zona, entre Navarra y Aragón, un número ingente de camiones pesados, impactando sobre los freáticos que abastecen a los pueblos... ¿A cambio de qué? ¿Por cuánto tiempo? ¿A qué coste final?

No, no se trata de estar en contra de todo. Pero sí de los negocios de expectativa paridos por cuatro listos. Cabe dudar de si Mina Muga es algo factible o una quimera más. Pero, por si acaso, mejor que se lleven el regalito a otra parte.