Mientras los portavoces oficiales se esfuerzan desde que comenzó 2014 en asegurar que se ha iniciado la senda de la recuperación, no pasa una semana sin encontrar nuevos motivos para escandalizarse. Y no solo por la estupefacción que produce analizar los datos de la pretendida recuperación, los últimos los de una EPA demoledora y desalentadora, sino por decisiones incomprensibles del Gobierno de Rajoy. Es el caso de la rebaja del IVA de las obras de arte del 21% al 10%, en un intento de homologación con los impuestos que se pagan en otros países de la Eurozona y como fórmula para ayudar a galeristas y marchantes. La medida no puede ser más cínica con el depauperado sector cultural, que acumula años de azote gubernamental, en forma de drásticas disminución de ayudas, de contrataciones públicas a la baja y de voraz incremento impositivo.

Dio a entender el viernes la presidenta Soraya Sáenz de Santamaría que la reducción del IVA a los compradores de arte puede ser un primer paso, no el único, para levantar la presión fiscal sobre la industria de los creadores, pero en realidad la decisión adoptada es de un recochineo que genera más preocupación e indignación que sosiego y esperanza entre los potenciales beneficiarios. Apoyar el mercado del arte, de los marchantes o de los anticuarios, y de la élite pudiente que tiene por costumbre adquirir estos objetos, no tiene nada que ver con apoyar a los pintores o a los escultores. Siempre cabría pensar que la decisión supone un efecto llamada para aflorar dinero negro, extremo inconfesable y políticamente incorrecto.

La decisión del Consejo de Ministros coincidió con la suspensión en Zaragoza de la programación del Teatro Principal por incomparecencia debido a problemas económicos de la compañía Producciones Faraute, que tenía previstas cuatro funciones durante el fin de semana. Y es que desde que el PP gobierna en las comunidades, con recortes notables en las mencionadas partidas de estímulo o de contratación cultural, y especialmente con el alza del IVA del 8% al 21% decretada hace año y medio, el sector ha sufrido un varapalo tremendo cuyas graves consecuencias tienden a ir más.

Solo unos meses después de anunciar el ministro Montoro la medida, el teatro ya anunció la pérdida de un tercio de espectadores, y la consiguiente recaudación, con la desaparición de centenares de puestos de trabajo directo, según la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza.

En otros ámbitos escénicos, la Asociación de Promotores Musicales, hizo público el verano pasado un informe que ponía de manifiesto el severo impacto del alza fiscal. "Ni las previsiones menos optimistas han acertado, porque la realidad lamentablemente las ha superado, siendo los resultados todavía peores: reducción de más de un 24% de ingresos en taquillas, cierre del 25% de las empresas del sector cultural y su correspondiente destrucción de empleos", rezaban las conclusiones de un estudio superado hoy por la realidad. Y qué decir del cine, de rebajas permanentes desde el sablazo del IVA al 21%.

SI EL GOBIERNO quería lanzar un guiño al sector cultural, con su apoyo descarado a los marchantes y a los compradores de obras y objetos de arte, solo ha conseguido provocar a la mayoría de sus integrantes. Que España tenga un IVA cultural del 21% cuando hay países europeos como Noruega que no aplican impuesto alguno, y otros incluidos en la zona euro, como Bélgica, Holanda, Alemania o Francia, cuyos tipos impositivos para las representaciones artísticas oscilan entre el 5,5% y el 7%, solo puede calificarse de bochornoso. La recuperación económica del país, de producirse, no será nunca esquilmando un sector como el cultural.

Además del IVA, la cultura se desangra económicamente por los continuos recortes públicos. Aragón no es ajeno a esta realidad, con una reducción permanente de las partidas destinadas a política cultural desde que gobierna Luisa Fernanda Rudi. No cabe duda de que la profundidad de la crisis la obligó a volcarse en defender los pilares del Estado del Bienestar (salud, educación, servicios sociales...). Pero de ahí a aplicar el recorte en cultura con tanta fuerza, dista un trecho.

La oposición ha evaluado en el 50% la reducción acumulada en los presupuestos que la comunidad autónoma destina a política cultural, con graves efectos sobre un sector que, según denunció recientemente el PSOE en las Cortes de Aragón, ha destruido 7.500 empleos tras desaparecer el 60% de las empresas del sector.

De hecho, la única partida cultural que sube en los presupuestos del 2014 es la destinada a archivos y museos, poco más del 1,5%, supuestamente para la controvertida compra de la colección Circa XX, de la galerista Pilar Citoler. Hubiera podido el Gobierno autonómico esperar al menos a que el Ejecutivo central bajara el IVA al 10%.