Mientras en Venezuela Maduro detiene a su presidente del Parlamento, después de haberle desprovisto de su inmunidad por haber apoyado a Guaidó en su plan de provocar una fractura en el estamento militar; en Corea, a Kim Jong-un, le ha dado una vez más el siroco, y ahí anda, con nuevos lanzamientos de misiles de corto alcance como medida de presión y como forma de expresar su descontento a los Estados Unidos por el parón en las negociaciones nucleares. En Europa, más concretamente en Gran Bretaña, la señorita May no entra en razón y asume su fracaso a la inglesa, esto es, dimitiendo. Más, cuando los gritos le llegan desde los escaños de su propio partido. Increíble el comportamiento de esta segunda dama de hierro (que lejos de seguir los pasos de su predecesora de los 80-90, Miss Thatcher, que como buena británica supo cuando le llegaba su momento y eligió el camino correcto, la dimisión), lanza balones fuera, culpa al Parlamento del retraso del brexit por bloquear el proceso, forzar la prórroga hasta el 31 de octubre y provocar la participación de Reino Unido en las elecciones europeas. No la quieren fuera, tampoco en sus filas, pero sigue; no marca en el calendario una fecha para su dimisión, ni siquiera contempla ya la posibilidad de que otro líder continúe las negociaciones; y la debacle electoral del Partido Conservador en las elecciones locales tampoco le ha sacado de su ensimismamiento. ¿Les suena? Estamos ante un nuevo hito histórico, una England, made in Spain, al más puro estilo español.

*Periodista y profesora de universidad