Ayer ensayaron en Dinamarca y les salió redondo, más guapos que cualesquier figura de la vieja mitología viquinga la parte danesa, y tan pintureros como goyescos nuestras gentes. Malos tiempos para el populacho, las manos rojas de aplaudir y la gasolina cada día más cara. Letizia, por lo menos, lució sencillo y elegante palmito, sin apenas joyas y tan señora como esas señoronas que hacen gala, como solo mérito, de la sangre y estirpes añejas, vamos, que te pueden decir quiénes fueron sus tatarabuelos por línea paterna y materna (también la historia nos ha legado las balandronadas de estas efigies acartonadas). Ya muy pronto viviremos algo similar en Madrid, la vergüenza de una feísima Almudena orlada, por si éramos pocos, con horribles pespuntes (me niego a utilizar cualquier palabra que remita a arte) trabados desde la ortodoxia fascistoide de Quico Argüello. Si los contrayentes saben ser discretos, miel sobre hojuelas, todos felices y que tras las perdices gocen. Como traten de imponer canelas finas y maneras versallescas, se ampliará el foso, que la boda nos va a costar un riñón y la urea del otro, además de otras regalías.

*Profesor de Universidad