Según la valoración educativa practicada por la OCDE (informe PISA) en disciplinas tan básicas como las matemáticas, las ciencias o la comprensión de la lectura, nuestro país ocupa una posición realmente lamentable en el contexto de las naciones desarrolladas.

Se trata de un suspenso en toda regla a nuestra enseñanza Secundaria, que trasciende las diferentes leyes reelaboradas por cada legislatura, con evidente desprecio de las posibles bondades de las precedentes, y que subraya una profunda discordancia entre la inversión educativa (próxima a la media de las naciones integradas en la OCDE) y los exiguos resultados obtenidos por los estudiantes españoles.

Asumido el fracaso escolar, se hace patente la necesidad de una amplia reflexión sobre sus causas. ¿Residen en condicionantes socioculturales, en la falta de vocación y preparación de los docentes o en una quiebra generalizada del sistema educativo? Según la OCDE, una mayor inversión no garantiza el éxito; por el contrario, parece imprescindible una estrategia educativa nacida del consenso y firmemente arraigada, inalterable a las pretensiones efímeras de cada Administración.

*Escritora