El presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, considera cerrada la crisis planteada por el encuentro de Carod-Rovira con ETA. Ayer Esquerra asumió que la salida del gobierno de su líder es definitiva y designó su candidato a ocupar la Consellería en Cap, que le corresponde y que mantenía vacante a la espera de una posible reincorporación de Carod tras las elecciones legislativas. El tripartito espera que tras este reajuste le dejen trabajar y gobernar de una vez en paz. Pero el PP no cesa en su hostigamiento, ni en su deseo de dictar desde Madrid qué partidos pueden gobernar o no a los catalanes y con qué partidos puede pactar o no el socialismo.

José María Aznar esgrime que el incidente ha roto el pacto antiterrorista. Esto es mucho más de lo máximo a lo que podía aspirar ETA cuando citó a Carod o cuando lo abrasó con la tregua para Cataluña. Delante suyo, Zapatero insiste en que España no debe dejar que ETA continúe marcando la agenda vital del país como en estos últimos días, pero el electoralismo parece llevar al PP a persistir en la absurda publicitación que se le está regalando a los terroristas al dar crédito al contenido de sus mensajes y al aceptar sus siempre manipuladoras palabras.