Quizás usted no tenga aún noticias del peligro que corre si se topa alguna vez con farfolillos. Un farfolillo es un mamífero roedor de tamaño medio procedente del planeta Saturno y que suele afincarse en el corazón de la selva amazónica, donde puede atacar letalmente a los excursionistas desprevenidos e incautos. Como seguramente usted no creerá una sola palabra acerca del farfolillo, me veo obligado a demostrar su existencia con la misma argumentación utilizada la semana pasada por el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, para defender la presunta información de los servicios secretos que sirvió de coartada para desatar la invasión de Irak: "No existen pruebas de la inexistencia de armas de destrucción masiva en ese país".

Remedando, pues, a Rumsfeld, permítame que le diga que no existen pruebas de la inexistencia de los farfolillos. Si, a pesar de los pesares, usted sigue sin quedar convencido y afirma que mi argumentación es una falacia, llegará a la misma conclusión que yo he sacado con la de Rumsfeld: se trata de una patraña, que deja en el mismo puesto (el último) de la clasificación argumentativa la existencia de las armas de destrucción masiva iraquíes y la de los farfolillos.

Llevamos muchos meses asistiendo cada día a una obscena función de mentiras y fraudes, entre otras muchas cosas sobre las supuestas armas de destrucción masiva en Irak, donde muchos políticos y gobernantes mienten sin recato y a dos carrillos. Y tras hacerlo, invocando fraudulentamente la democracia, la libertad, la seguridad o la lucha antiterrorista, se quedan tan tranquilos. Les tiene sin cuidado que el exjefe de los inspectores enviados a Irak, David Kay, haya declarado una y mil veces que "no había armas no convencionales" en Irak, pues Bush, Blair y Aznar no querían hechos, sino sólo conseguir sus objetivos, aun a costa de la verdad más palmaria. Otros, al dictado del poder, prefieren dar por zanjado el problema por pasado y anticuado, e invitan al olvido.

POR EJEMPLO, los acólitos De Palacio y Zaplana. O Trillo, que pretende solventar la polémica del Yakovlev metiendo todas las preguntas de la ciudadanía y de los medios de comunicación en el saco de los "rumores" y las "intoxicaciones", aunque parte de los datos provengan del propio secretario general de Política de Defensa, Javier Jiménez-Ugarte. Mienten como cosacos, sin que se les mueva un solo músculo de la cara, por mucho que el presidente Aznar ponga los ojos acuosos rogando a los ciudadanos que le crean. Y, visto lo visto, Mariano Rajoy no le va a ir a la zaga.

Y lo peor de todo es que, cuando mienten tanto y tan mal, deben de presuponer que quienes escuchamos sus falacias somos idiotas. De lo contrario, aunque no fuera más que por sentido del ridículo, procurarían maquillar tanta patraña torpe y chapucera.

Por ejemplo, de no creernos imbéciles, ¿cómo se explica que, George Tenet, jefe de la CIA, declare que lo que el Gobierno norteamericano ha defendido siempre no es que Sadam Hussein poseyera armas des destrucción masiva, sino que tenía "intención" de fabricarlas? Toda una tomadura de pelo, si no fuera porque la invasión de Irak ha supuesto miles de muertos y desgracias sin cuento.

MIENTEN, manipulan, engañan, embaucan a manos llenas. Así, ahora la única libertad políticamente correcta es la liberal, y sirve sobre todo para contratar sistemáticamente en precario, sacar impunemente los higadillos al personal y ufanarse de ser muy listos por obtener beneficios a espuertas. Asimismo, quienes han disfrutado desde hace siglos del monopolio de la enseñanza ("buena", de calidad, de élite, privada) se atrincheran ahora en defensa de la "libertad de enseñanza".

La fuente de todos los males ha ido cambiando de careta y recibiendo nombres diferentes: rojos, ateos, Afganistán, Bosnia, Irán, Irak, terrorismo internacional... Ahora, sin embargo, lentamente, nos van acercando cada vez más a la identificación de la raíz de todos los males, pandemias y pestes morales. Así, por ejemplo, Fraga Iribarne señalaba hace poco como culpables a los partidarios del amor libre de los 60. Y hace unos días, unos cuantos jerarcas católicos hispanos han denunciado como tal a la revolución sexual que nos asuela.

No obstante, les queda un último, definitivo, paso para hacernos salir de la caverna y mostrarnos la verdad plena en todo su fulgor: el verdadero culpable de todo son los farfolillos.

*Profesor de Filosofía