Apenas se oye hablar del Forum de Barcelona. Y lo que va llegando parece indicar que está siendo un evento algo marciano, sin garra ni repercusiones. Hay que aprender de los éxitos y los fallos de estos montajes diversos, pues no hay nada peor que una expo medio vacía, de la que nadie habla, a la que no apetece demasiado ir.

Lo del agua es un tema perfecto, además aquí tenemos una sobredosis de experiencia traumática en el asunto: nos sobra y nos falta desde hace siglos. A diez kilómetros del río inmenso crecen los desiertos. Estamos atávicamente preparados para este tema. Quizá no sabemos hacer estadios de fútbol multifunción, pero de agua y sus carencias sabemos un rato. Y de calcio, y de yeso, y de Yesa.

Todo indica que las autoridades lo están haciendo muy bien, que el Estado apoya y se compromete, etc. Pero los ciudadanos vamos un poco demasiado a remolque, no acabamos de enterarnos de los planes y proyectos, de los tiempos y de las ideas que manejan por las alturas. Quizá es que en esta fase hay que mantener un cierto grado de secreto, para que no se copien los rivales, o para no encarecer las cosas. Pero quizá no es eso. Quizá estamos ante el viejo paradigma de la verticalidad piramidal: vamos haciendo las cosas bien, no se preocupen que ya les iremos informando cuando ocurran, cuando creamos que es el momento de divulgarlas. Esto es muy antiguo, poco operativo. Si la gente no se implica y no se entusiasma desde el arranque, luego hay que moverla (qué expresión) que ya no conmoverla, a fuerza de marketing, a fuerza de anuncios. Y la mejor forma de implicar a la ciudadanía es contar con ella, incitarla a que participe en la gestación, que invente cosas, que exija, que proteste y que se manifieste desde el primer momento. Todos comprendemos que la expo va a ser la gran oportunidad, la queremos y la estamos apoyando a tope. Pero esto de esperar a ver qué se les ocurre y cuándo les parece oportuno explicarlo es un poco anacrónico, la verdad. Reproducir el esquema del GIF no es adecuado para una expo. Hay que abrir esa olla a presión. Todos comprendemos que en estas megaoperaciones históricas hay siempre un motor especulativo y ha de haber un cierto nivel de información restringida. Pero no tanta. La libertad y la partipación no pueden dejarse para el final. Han de estar en la base.

*Periodísta y escritor