Uno de los máximos responsables del Instituto Toxicológico de Estambul ha reconocido a este diario que las probabilidades de error en la identificación de los militares españoles muertos en el accidente del Yak son muy altas, porque treinta cuerpos estaban calcinados y las pruebas se hicieron con demasiada premura. En el instituto se intentó trabajar bien, pero ese trabajo requería mucho tiempo y los mandos militares españoles insistieron en repatriar cuanto antes los cadáveres a España. En ese centro turco se tiene ahora mismo la tremenda sensación de que algo no se hizo bien por las inexplicables prisas de no se sabe quién.