El tradicional corporativismo entre los médicos se ha visto roto por el coronavirus. El epidemiólogo Oriol Mitjá ha exigido la dimisión del doctor Fernando Simón, portavoz oficial del Gobierno en la crisis, por «negligencia» y por una «comunicación opaca y proteccionista» (del Gobierno, se supone, no del virus).

Mitjá estima que las medidas tomadas por Pedro Sánchez están siendo adecuadas, pero insuficientes, y reclama mayor contundencia en la restricción de movimientos y actividades, hasta pararlo absolutamente todo. «Las imágenes de transportes públicos llenos en Madrid o Barcelona demuestran que sigue sin entenderse la gravedad del asunto», alerta Mitjá, protagonista también de la actualidad al hallarse investigando, al parecer con esperanza de éxito, un fármaco diseñado para acortar el tiempo de contagio del covid-19.

Fernando Simón no le ha contestado. Tampoco se ha corregido a sí mismo. De sus primeras declaraciones, quitando hierro, pronosticando una mínima afección, algún foco local, provocado, en todo caso, por contagios externos, a verse obligado a coordinar el operativo sanitario de una emergencia nacional va un abismo, pero no lo vio. Tan confiado se mostraba hace una semana como preocupado ahora ante el mayor reto de su carrera.

Que, por otra parte, es sólida y ha merecido apoyos y elogios. Fernando Simón Soria es aragonés. Nacido en Zaragoza, en 1963, estudió Medicina en la facultad de la capital aragonesa. Se formó además en Londres, en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical. Ha dirigido centros de investigación en hospitales de Mozambique y Burundi y forma parte del Instituto de Vigilancia Sanitaria de París. Desde el 2003 dirige el Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, dependiente del Ministerio de Sanidad. Dicho centro fue creado a iniciativa suya, siendo ministra Ana Pastor. Han pasado por Simón una decena de ministros, pero ninguno le ha señalado la puerta.

No es la primera vez que se enfrenta a una epidemia vírica. Tuvo que luchar contra el ébola y la listeriosis en la carne mechada. De ambos desafíos salió airoso.

Pero este es mucho peor.