La selección española, tal y como nos temíamos nada más empezar la Eurocopa, regresará hoy a casa después de haber ganado un partido ante Rusia, empatado otro frente a Grecia y perdido el importante, el que le enfrentaba anoche a Portugal, la anfitriona.

España regresa a casa porque su seleccionador, Iñaki Sáez, no ha sabido aprovechar la que todo el mundo considera una de las mejores selecciones de todos los tiempos, mezcla perfecta de experiencia y juventud.

Es evidente que Sáez debe dimitir o poner su cargo, recién renovado, en manos de la Federación Española de Fútbol, cuyo presidente, Angel María Villar, acusado de corrupción e irregularidades en las cuentas de la entidad, ha tocado también fondo con este lamentable adiós a la Eurocopa.

Puede que la excesiva confianza que Sáez y los suyos han depositado en Raúl, una estrella galáctica en horas bajas, haya sido el punto de partida de este nuevo fracaso de la selección que, encima, en esta ocasión no puede quejarse ni siquiera de un mal arbitraje y, mucho menos, de no contar con el apoyo del público, que ayer acudió en masa en ayuda de un equipo que no se lo merecía.