Pocas veces se escucha a un representante político arremeter con tanta vehemencia contra un compañero de partido como hizo ayer el portavoz socialista en las Cortes, Javier Sada, contra la ministra Teresa Ribera. Tachó sus opiniones sobre la caza y la pesca de «irresponsables» e insistió que eran a título personal y que no debería haberlas explicitado en su condición de ministra. La defensa que hace Sada de estas actividades, por su impacto social y económico, no puede ser tampoco un argumento para impedir que una ministra de Medio Ambiente deje su opinión patente.