Vamos como motos. Quemando etapas una tras otra sin apenas tiempo para sacarles el jugo, caso de que lo tengan. Del bipartidismo alternante pasamos a una prometedora era (que en realidad duró unos diez minutos, más o menos) de partidos autodenominados transversales, que al final no fue otra cosa que una apertura a nuevos mercados flexibles de voto más que a un escenario posideológico. Y de ahí saltamos a los partidos atrapatodo, una especialidad que se centra en las emociones más que de los programas, buscando clientes entre los insatisfechos, sin más. A veces agitando colmenas peligrosamente. No somos una excepción. Europa también retrocede en su idea de construcción de un proyecto común. Van ganando voz y escaños las propuestas que mejor rentabilizan el desconcierto. Punto. Incluso Merkel anuncia su retirada, nada triunfal por cierto. Parece que se marcha una únicamente una funcionaria en edad de jubilación. Después de todo, quizá no haya sido más que eso.

Aun así, en España, por encima de discursos desaforadamente triunfalistas o apocalípticos, según toque, la pragmática de los datos dice machaconamente lo mismo. La tasa de desempleo de la Eurozona se mantiene estable en un 8,1% (6,7% en el total de la UE), mientras en nuestro país es del 19%, el segundo más alto, según Eurostat, el 14,55% según la EPA, y los salarios siguen en recesión. Desde el 2008 el desplome de nuestra renta salarial es de 9.500 millones de euros, una caída del 2%, mientras que en el entorno los sueldos han crecido el 19% en la Eurozona (18% en el conjunto de la UE).

Ni siquiera podemos decir que vamos en una buena dirección: no solo nuestra economía ha perdido fuerza en actividades con mayor valor añadido, como la industria, en favor de otras menos productivas como el sector servicios, sino que también estamos a la cola en lo referente a personas empleadas con estudios superiores, un 79,4% frente al 84% de la UE, según el Instituto de Estudios Económicos. Obviamente, la peor parte es para mujeres y jóvenes. El desempleo de menores de 25 años era del 24% en el 2008. Este verano llegó al 33%. Si siempre se consideró que los jóvenes se interesan poco por la política, desde el 2014 se observó que la tendencia giraba radicalmente. Un millón y medio de nuevos votantes pueden incorporarse al censo de las próximas generales. Alguien tendrá que hablarles con planes y hechos. En juego está el futuro... de todos. H *Periodista