Mi padre ha nacido en 1950, en Tauste. Me cuenta que con ocho años se levantaba de madrugada para ir a repartir periódicos por las casas. Ya nunca más dejó de trabajar, hasta que la salud le obligó a jubilarse. Tras más de 40 años cotizados a la Seguridad Social, y treinta y muchos años de taxista, se jubiló. Al año de jubilarse, cuando ya podía estar en casa tranquilo, falleció mi madre y enviudo. La generación de mi padre, es una generación muy fuerte. Vivieron una depresión después de una guerra con una dictadura interminable, trabajando desde niños, donde solo estudiaban los que sus padres podían pagarlo. A pesar de ello, criaron a sus hijos para que nunca les faltara de nada; mi generación, donde la clase media resurgía y había menos desigualdades sociales, somos mucho más débiles que ellos.

Mi padre es el claro ejemplo de la fuerza, de la resiliencia. Cual espartano, se levanta todas las mañanas, se ducha, se viste, desayuna y se toma ese batallón de pastillas que por edad y enfermedad le toca. Después, lo llamo para ver que tal está y le llevo EL PERIÓDICO, el pan, víveres y cada cierto día churros, para que nunca le falte de nada en pleno confinamiento. Siempre le tengo que insistir, nunca necesita nada, siempre está bien, nunca le duele nada.

Es un claro ejemplo de fuerza, de resiliencia. En medio de la adversidad, en medio de la soledad, en medio de una pandemia, siempre está bien, nunca pasa nada, todo pasará. Esta generación es un claro ejemplo para todos, que por muy titulados que seamos, por muchos influencer y muchos veraneos en la playa, tenemos muchísimo que aprender de ellos.

Nos hicistéis débiles, pero con vuestro ejemplo nos volveremos fuertes. Con tu ejemplo, Pascual, aprendemos tus hijos y tus nietos cada día.

*Abogado

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