Los osos polares adoran el frío. Los bipolares, a veces sí, a veces no. Disculpen este meme de inicio, que me sirve para traer a colación un comportamiento muy habitual. El equilibrio goza de buena prensa psicológica y es un valor. Sin embargo nos desenvolvemos en escenarios de inestabilidad. Lo emocional requiere toda la atención para impulsar nuestras decisiones. Ya sea para comprar una prenda o para compartir la vida con alguien. Cambia la calidad, pero no la cantidad, de energía anímica que pretende dirigir nuestra conducta. La precariedad laboral o económica y la falta de perspectivas, no ayudan al sosiego psicológico. Nos suben a la montaña rusa de la vida y nos piden que seamos dueños de nuestro destino con tranquilidad y dominio de la situación. Los psicólogos ofrecemos «aspirinas mentales», en forma de terapia de apoyo, para mejorar a nuestros pacientes. Pero si al volver a la rutina sigue golpeando a deshoras el martillo pilón de cada día, reaparecerá la alteración anímica.

Bipolares

Se dice de estas personas que son bipolares. Lo grave es que estos comportamientos se consoliden y evalúen como un trastorno bipolar. Aquí pueden coincidir episodios depresivos, de bajo nivel emocional, junto a otros de elevada activación, con fases hiperactivas maníacas o hipomaníacas.

El tratamiento médico y farmacológico, junto a la terapia psicológica, obliga a un seguimiento riguroso de las personas así diagnosticadas, por cierto, en su mayoría muy jóvenes.

Aquí hemos sido capaces de polarizar hasta las vacunas. Nos preguntamos si te han puesto la «buena» o la «mala». La de «Pfeiffer», que te descongela nada más verla o la de «HostiaSéneca», en honor al epílogo del filósofo cordobés. El maniqueísmo político denigra las ideologías y brutaliza las conductas. Convierte el arte del debate en el eccehomo borjano de la transgresión dialéctica.

España ha dejado de ser bipartidista, pero es bipolar. Los genes heredados de la historia, junto al aprendizaje de confrontación en el último siglo, nos mantienen a palos y a polos. Las ideas expresan opiniones, y la gestión la ejecución de respuestas concretas en cada ámbito. Lo que se polariza no son las ideologías, sino las conductas que emanan de las mismas. Decimos en psicología que la clave no es controlar las emociones. Ni se puede, ni se debe. Pero sí es posible gestionar las respuestas que damos ante dichas emociones. Curiosamente la decisión más polarizada de esta semana no estaba en Murcia ni en los movimientos electorales. Las ideas mayoritarias han conseguido, con debate, que su representación parlamentaria apruebe la ley de eutanasia. Si la ciencia tiene a las pseudociencias en su contra, que son más atractivas para una buena cantidad de gente, las pseudoideologías están ganando la partida a las ideas.

Fidel Castro dijo aquello de «marxismo-leninismo o muerte». El 'trumpayusismo' viene a decir lo mismo, de otra manera. Lo importante es cómo se dice lo que se polariza, para que se pueda polarizar lo que se dice. Y vuelta a empezar. Ciudadanos se polariza entre el desánimo y el pánico.

Tras la denuncia de compra de cargos por el PP, la respuesta lógica de Arrimadas era dejar en minoría al Ejecutivo andaluz de Juanma Moreno, o abandonar gobiernos municipales como los que presiden Martínez-Almeida en Madrid o Jorge Azcón en Zaragoza. Una respuesta más creíble contra Casado que un exabrupto verbal. Edmundo 'Match Ball' jugará la última bola para ser el PAR madrileño y gobernar, como sea o con quien sea (¡otra polarización!). Se presenta como el redentor conde de Montecristo naranja. Nos queda la duda de si llegará a ejercer de Edmundo Dantés o se quedará en Edmundo Today.

Nueva fórmula de gobierno

El PP ha inventado una nueva fórmula de gobierno. Ni coalición, ni concentración. Ha llegado el gobierno de 'cotransfugación'. Pasen y vean el primer Ejecutivo con tránsfugas múltiples.

Un triple «asalto mortal» del PP, con los expulsados de Vox y Ciudadanos. La izquierda en Madrid se moviliza contra la derecha a base de refrán: «El 4 de mayo, nos quitamos el callo».

Llega Iglesias a esas elecciones, desde Moncloa, en plan gallego. Con la duda de si va o vuelve. Gabilondo puede atraer voto naranja, al estilo Illa. Los de Errejón, mantener todo el espacio posible y los morados, mejorar resultados. Difícil, pero más factible que hace un par de semanas.

¿Tengo razón o no? Decídanse ya, porque sabemos que solo hay dos tipos de personas: quienes clasifican al resto de individuos en dos categorías y quienes no lo hacen. Elijan.