Mantenemos una calma expectante, pendemos de un hilo, o de dos, en todos los sentidos. El terror de las carreteras, la fiebre de los autos locos, de las vías defectuosas, de nuestra afición dominguera a la Fórmula 1. El terror a las calles y vías urbanas, donde mueren atropelladas tantísimas personas. Nos hemos acostumbrado a esos hilos de los que colgamos como títeres; mientras los vamos esquivando son estadísticas, pero son tan amplias que siempre toca, más o menos cerca, o enmedio. Nos vamos acostumbrando a los terrores nuevos, más o menos nuevos, vamos ampliando la gama de miedos controlados, mientras intentamos ir tirando, trampeando las convocatorias, los atascos, los pasos de cebra de peatones filtrados y los cruces peligrosos, que son todos. A veces entra un caco a un comercio diminuto, roba la recaudación del día y aún intenta abusar de la dueña, acorralándola con la navaja en el fondo del local, a veces la víctima se libra a fuerza de gritar. La cárcel de Zuera ya hace mucho que no es macro , hay una sobredosis de reclusos, casi el doble de los que caben, amontonamiento, presión. Mercedes Gallizo daba mucho la brasa con esa macrocárcel cuando era diputada, ahora está en Madrid en funciones de embajadora, destacada o desterrada en esa oficina del horizonte que nunca ha acabado de arrancar. Se estrella un helicóptero que iba a socorrer a un bus accidentado. El ´caso Farruquito´ espolea la tarde, de nuevo un atropello urbano, esa expresión: darse a la fuga , no auxiliar , y todas las chapuzas posteriores, incluyendo el consejo de un policía que induce al delito y que a su vez tiene el teléfono pinchado. En Irlanda ya no se puede fumar en los pubs. Quizá deberían prohibir también el automovilismo, ahora que casi todos los autos los fabrican en Asia y otros sitios deslocalizados . Ahora es el momento de volver a las bicis, al patín eléctrico tipo Marichalar. Tabaco y tráfico, grandes focos de terror cotidiano que tampoco son fáciles de combatir. Autos locos, cien vehículos chocando sobre el hielo. La norma es no informar de nada a nadie, opacidad extrema. Las compañías deslocalizadas que nos suministran los flujos vitales están ya muy deslocalizadas. Intente preguntarle al operario de Aúna --antes Able-- de Sevilla porqué no hay conexión, qué nodo se ha roto esta vez. En fin, gracias de estar vivos otro rato.

*Periodista y escritor