Los bosques, las cárceles, los piélagos son lugares predilectos de los autores de novelas de suspense.

También, los sanatorios.

La simple y lúgubre coreografía de uno de esos antiguos centros de asistencia psiquiátrica aporta una carga de angustia que un escritor hábil sabe añadir a su trama como una salsa bien ligada a la receta de nuevas sensaciones con que nos pretende sorprender.

John Katzenbach tampoco ha podido o querido eludir ese atrezzo de batas blancas, psiquiatras, celadores, más la población recluida en un centro asistencial que, no por hallarse en Estados Unidos, no por incorporar las últimas técnicas en el tratamiento de este variado tipo de enfermos deja de ser un psiquiátrico común, acorde a la idea que más o menos todos tenemos de ellos.

Guionista, y reportero especializado en asuntos judiciales, Katzenbach ha obtenido ya unos cuantos éxitos en la literatura y en el cine. La guerra de los Hart , por ejemplo, inspirada en las vivencias de su padre, le dio nombre y proyección, pero su gran éxito popular se demoraría hasta la aparición de El psicoanalista , un tenso y claustrofóbico thriller en el que sus técnicas de sugestión y su enorme facilidad para crear clímax escénicos brillaron con luz propia. Cientos de miles de lectores disfrutaron con aquel ingenioso argumento, y reservaron un hueco en sus bibliotecas para las futuras obras de este prolífico autor.

Con La historia del loco , que acaba de ser distribuida por las librerías españolas, Katzenbach nos sumerge de lleno en los hábitos y rutinas de un hospital psiquiátrico donde el cuadro médico atiende a varios centenares de pacientes. Uno de ellos, según sospecha la fiscal del distrito,debe ser el responsable de un horrendo crimen cometido en las dependencias hospitalarias, en la persona de una enfermera. La dificultad, incrementada por la ausencia de pistas, reside en que al menos una cincuentena de pacientes posee antecedentes por delitos o agresiones sexuales. La fiscal se pone a trabajar sobre esa extensa lista de sospechosos, avanzando con lentitud, y también con un creciente pánico, pues mientras se prorroga la investigación reside en las habitaciones de las enfermeras, en un cuarto contiguo al que ocupaba la auxiliar clínica salvajemente asesinada. En el curso de sus pesquisiciones --y aquí viene la gran apuesta de Katzenbach, la atractiva fiscal (que ha sido, a su vez, en el pasado, víctima de un ataque sexual), encontrará la inopinada ayuda de dos de los psicóticos en tratamiento: Peter el Bombero , un antiguo policía militar, y ex combatiente en Vietnam, y Francis Prexel, un inadaptado con tendencias violentas y antisociales que oye inexistentes voces a su alrededor y parece estar generando una neurosis obsesiva. El Bombero , formado en la inteligencia militar, servirá de ayuda técnica a la investigadora, pero será Francis quien, guiado por su instinto extrasensorial, irá cercando al ángel de la muerte .

La novela, narrada con el sencillo y eficaz estilo de un autor sólo atento a su historia, se lee con la fluidez de los buenos libros de intriga.

Crimen y locura... Una mezcla nunca demasiado fuerte...

*Escritor y periodista