Ayer fue un día histórico total. Histórico para bien. Que de históricos malos ya hemos tenido demasiados. Ayer, hoy, mañana... Hasta el 16 de diciembre, en que se pronuncia el BIE sobre qué ciudad ha de organizar la Expo 2008. y de ahí en adelante. Hasta el infinito y más allá. Y si fuera otra ciudad la elegida, cosa cada día más improbable, el de ayer también habría sido un día ampliamente histórico. Impresionante total. Sólo hacemos ediciones extraordinarias para lo malo (y para la lotería, que no suele tocar, o sea, que es malo también). Habituados a sufrir y a no recibir nunca lo nuestro, el impacto del 70/30/30 se amortigua a los diez minutos, se remansa. Pero es para estar contentos de verdad. Y no sólo por las grandes cifras o los fastos y los edificios emblemáticos: sencillamente porque los niños de esta comunidad y adyacentes (porque esto irradia a tope), van a tener un futuro mejor.

Hoy es un día mucho más completo que ayer. Es verdad que vamos todas y casi todos de culo, con un ajetreo disparatado, con los móviles aullando, los mensajes que no dan tiempo a contestar (ojo al túnel carpiano), y el que no maneja móvil sufre un doble estrés raro, porque consigue una tranquilidad extraña, que siempre se ve quebrantada por la locura que le rodea... O sea, que el agobio diario empieza a ser preocupante, sólo algunos cráneos privilegiados logran una burbuja de paz interior/exterior (ya no hay diferencia), se acerca la peligrosísima navidad y las tardes se ucranianizan a toda leche. Hay que atender a mil tareas --la mayoría inútiles, pero imprescindibles, así es esta vida-- y acudir a mil frentes a todas horas, o a la misma hora. Con estos ajetreos es difícil valorar lo que significa el acuerdo firmado ayer en la Moncloa, la financiación de la Expo haya o no haya Expo. Uf. Las obras de siglos. Y sin forzar el nacionalismo rancio, sin hacer cosas raras ni faltar a nadie al respeto. Con las prisas y el agobiamiento no tenemos ni un segundo para valorar este día tan grande, pero es una pasada total. Y todo este futuro que se abre y que está sólo a medio imaginar (porque acaso nunca nos lo hemos creído del todo) no va a llegar sólo para la ciudad, que ya sería, sino que dispara las posibilidades de la comunidad en sentido amplio, de la Corona de Aragón.

Esto hay que celebrarlo.

*Escritor y periodista