La familia resiste y además siempre sale adelante; cabe que dañada de alguna manera, pero sobrevivirá a cuantos la suponen ahora poco menos que moribunda. Recuérdese que esa lucha también fue cosa de ayer y que lo será de mañana. La familia, como el soldado en el frente, está sumergida en una guerra invisible con muchos interesados en que decline.

Con ello no quiero decir que la familia vaya a pasarse la vida en estado de asedio, sino que hay que adoptar en defensa de cuanto la familia representa material y espiritualmente, una posición militante, porque las creencias y las instituciones no se defienden solas. La familia es una institución basada en el amor, en el sacrificio de lo personal y en el cultivo de los valores que conlleva.

La familia tiene un origen natural y en su caso también sacramental y hace a cuantos la componen copartícipes de una genealogía que se pierde en la noche del tiempo; no es un mero azar, ni una opción temporal caducable a voluntad; Responde a una ley de amor con vocación de permanencia en la que todos sus miembros son sujetos activos o se preparan para serlo cuando el día llegue. No se conoce modelo más digno de ser imitado que la familia.

A LA FAMILIA hay que verla como una especie de unidad de convivencia que tiende a subsistir más allá de la vida de sus miembros actuales. También por eso es una institución. La familia es una voluntad unánime y continuada de ser algo así como el río de Heráclito, en cuyas aguas nadie se bañaba dos veces sin que por eso dejara de ser el mismo río.

Aunque a veces no lo sepamos ver, la voluntad instituida en la familia vale más que cada una de las voluntades de los miembros que la componen en un momento dado. La familia aspira a trascender.

"La verdad es que si se pone en crisis el concepto del trabajo y se pone en crisis el concepto actual de la familia, la sociedad occidental (conservadora, medianamente avanzada y progresista) va a ser seriamente afectada en dos de los referentes más claros en que se ha basado toda la organización social: el trabajo y la familia. Si los dos entran en crisis, uno porque el trabajo escasea y el otro porque las nuevas tecnologías están permitiendo la reducción del significado de algunos papeles tradicionales, la verdad es que no se sabe muy bien cuales serán las consecuencias". Son palabras que copio de un encuentro sobre el futuro del socialismo celebrado allá por los ochenta.

No es recomendable abatir la casa donde vivamos con alguna dificultad, sin tener ni los planos ni los recursos para alzar la casa con la que ingenuamente soñemos. Hasta la fecha fracasaron todos los ensayos de sustituir a la familia, como aquel tan disparatado del maoísmo.

Todos entramos en el mundo a través de una familia más o menos estructurada y es ella la que nos va preparando para aprender a ser libres y en la misma medida, responsables.

La familia es el paisaje desde el que contemplamos al resto del mundo; en ella aprendemos a movernos respetando y haciéndonos respetar; desde ella, por asimilación o por reacción, aprendemos a pensar, a valorar el ejemplo casi sin palabras que nos dan los nuestros y los ajenos, a aplicar un repertorio de ideas y costumbres aceptando la propia denominación de origen, enriqueciéndola si somos capaces o asumiendo enmiendas parciales de la realidad y en acción porque una familia detenida y resignada es una contradicción. Pero ojo con las enmiendas a la totalidad que pretenden arramblar con todo lo preexistente como si esos enmendantes fueran los primeros que pensasen. Acordémonos de D´ors cuando aseguraba que todo lo que no es tradición es plagio, verdad profunda.

CON TANTA progresión material y tanta escasez espiritual, el riesgo consiste en que acabemos desembarcando en una sociedad como la que describía A. Huxley, en la que palabras como "padres", "hijos" y "hermanos" carecerían de significación. Mientras llegue ese día y si es posible para evitarlo, necesitamos familias en las que "no huela a cerrado" desde luego y en las que se sustituya el egoísmo innato por la generosidad que la familia nos vaya enseñando.

Las crisis chicas o grandes las salva la familia antes que la Seguridad Social. En la familia aprendemos que no nacemos sólo para uno, que los otros existen y que algo les debemos sin siquiera conocerlos. Esos otros para bien y para mal, de todos depende, contarán en nuestras vidas decisivamente.

Felices Navidades a la familia para todos los años.