Zaragoza prepara una nueva ordenanza municipal sobre contaminación acústica que está concitando el rechazo de todo el sector de la hostelería y el ocio. Por supuesto que hay que regular el ruido, pero también se necesita estar en contacto con el sector para definir si es un problema generalizado o puntual de algunos establecimientos que arrastren a todos. Para no superar los umbrales de la anterior normativa se hicieron inversiones que ahora necesitarían volver a reproducirse. Responsabilizar a los locales de lo que ocurre de puertas para afuera también forma parte de la crítica. El ayuntamiento anuncia que está a tiempo de revisar la ordenanza. Por ahí tenía que haber empezado, con diálogo con todo el sector.